LA HERENCIA DE CRISTO REY
¡Oh, Hijo del
Padre Eterno, Jesús, Señor nuestro, Rey verdadero de todo! ¿Qué dejaste en el
mundo, qué pudimos heredar de Vos vuestros descendientes? ¿Qué poseísteis,
Señor mío, sino trabajos y dolores y deshonras, y aun no tuvisteis sino un
madero en que pasar el trabajoso trago de la muerte? En fin, Dios mío, que los
que quisiéramos ser vuestros hijos verdaderos y no renunciar a la herencia, no
nos conviene huir del padecer. Vuestras armas son cinco llagas. ¡Ea pues, hijas
mías!, ésta ha de ser nuestra divisa, si hemos de heredar su reino; no con
descansos, no con regalos, no con honras, no con riquezas se ha de ganar lo que
El compró con su sangre (F 10, 11).
"¡Oh Rey de la gloria,
Señor de los señores,
Emperador de los emperadores,
Santo de los santos,
no dejaréis de reinar por siempre."
(CE 37, 6).