domingo, 25 de octubre de 2015

SE HIZO REY PARA CONDUCIRNOS A SU REINO


HOMILÍA DEL OFICIO DE MAITINES SOBRE EL EVANGELIO DEL DOMINGO

ULTIMO DOMINGO DE OCTUBRE
SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de San Agustín, obispo
¿Qué honor podía reportar al Rey de los siglos el hacerse Rey de los hombres? No se hizo Cristo Rey de Israel para exigir tributos, armar ejércitos o combatir visiblemente a sus enemigos, sino para gobernar las almas, asegurar su suerte eterna, y conducir al reino de los cielos a los que profesan la fe, la esperanza y la caridad. Que el Hijo de Dios, igual el Padre, el Verbo por quien ha sido creadas todas las cosas; quisiera ser Rey de Israel, no constituye para él un encubrimiento sino una condescendencia; no un aumento de poder, sino una prueba de misericordia. Si en la tierra se llamó Rey de los judíos, en el cielo Señor de los Ángeles. Pero ¿es solamente Rey de los judíos o lo es además de los gentiles? Lo es también de los gentiles. Porque si bien había dicho en la profecía: “mas yo he sido por él constituido Rey sobre Sión, sus santo monte, para predicar su Ley”, no queriendo que estas palabras “sobre Sión, su santo monte” dieran motivo para creer que habían sido constituido exclusivamente Rey de los judíos, añade inmediatamente: “díjome el Señor: Tu eres mi hijo. Yo te engendre hoy. Pídeme, y te daré las naciones en herencia tuya, y extenderé tu dominio hasta los extremos de la tierra”.
Respondió Jesús: “Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino claro está que mis gentes me habrían defendido para que no cayese en manos de los judíos; más mi reino no es de acá”.
Esto es lo que propuso enseñarnos Nuestro Bondadoso Maestro; pero convenía antes patentizar cuán equivocada era la opinión de los hombres acerca de su reino, así la de los gentiles como la de los judíos, que era quienes habían sugerido a Pilato la conveniencia de condenarle a muerte, ya porque se atribuía ilegítimamente la potestad regia, ya ante el temor de la envidia que suelen despertar en los reyes los aspirantes al trono,  todo lo cual aconsejaba oponerse a un reinado que podría perjudicar a los romanos o a los judíos.

Ahora bien: el Señor habría podido responder con las palabras: “Mi reino no es de este mundo”, ya a la primera pregunta de Pilato; prefirió, empero, hacerlo preguntándole él a su vez si esto lo decía de sí mismo o si se lo habían dicho otros, para poner de manifiesto por la respuesta de Pilato, que tal era la acusación que le habían imputado como un crimen los judíos. Con ello nos mostraba a nosotros cuan vana es la opinión de los hombres, que él conoce. Y en cuanto a los judíos y los gentiles, después de la contestación de Pilato, podía responderles, más justa y oportunamente: “Mi reino no es de este mundo”