domingo, 8 de mayo de 2022

LO QUE NOS PROMETIÓ; QUISO MOSTRARLO EN SU PERSONA. San Agustín

 


LECCIONES DEL II NOCTURNO

III domingo de Pascua

 

Sermón de San Agustín, Obispo.

Sermón 147 del Tiempo.

Durante estos días santos consagrados a la resurrección del Señor tratemos, con el auxilio de la gracia, de la resurrección de la carne. Esta es nuestra fe; este don nos ha sido prometido en la carne de nuestro Señor Jesucristo; Él nos precedió con su ejemplo. Lo que nos prometió para el fin de los tiempos no sólo quiso predecírnoslo: quiso demostrarlo en su persona. Aquellos que vivían en tiempo de Cristo, le vieron y le contemplaron pasmados, en la creencia de que veían un espíritu, pudiéronse convencer de la realidad de su cuerpo. No tan sólo les habló sino que se mostró a ellos; y además de mostrarse visible, quiso que le trataran y tocaran.

Y les dijo: “¿Por qué estáis turbados, y cuáles son los pensamientos que agitan vuestro corazón?” Pensaban ver un espíritu. ¿Por qué estáis turbados y cuáles son los pensamientos que agitan vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies; palpad y ved; el espíritu no tiene huesos y carne, como veis que Yo tengo. Contra esta evidencia disputaban los hombres. ¿Qué otra cosa podían hacer los hombres, sino disputar de las cosas de Dios, contra Dios? Porque Jesús es Dios, y ellos eran hombres. Dios conoce que son vanos los pensamientos de los hombres.

El hombre terreno tiene por norma de su inteligencia el testimonio de los sentidos. Cree lo que ve; lo que no ve, no lo cree. Dios hace los milagros fuera de lo acostumbrado, porque es Dios. Es mayor milagro el nacimiento de tantos hombres que no existían, que la resurrección de unos pocos, que ya existieron. Pero estos milagros no los tenemos en cuenta, y como acontecen ordinariamente, no les atribuimos importancia. Cristo ha resucitado; es una verdad incontestable. Constaba de un cuerpo de carne; fue suspendido en la cruz; entregó su alma; su cuerpo fue puesto en el sepulcro. El que vivía en esa carne la resucitó; la mostró llena de vida. ¿Por qué no nos admiramos? ¿Por qué no creemos? El que realizó este prodigio es Dios.