3 de mayo
INVENCIÓN DE LA SANTA CRUZ
Tras la victoria de Constantino sobre Magencio, y a poco de haberse mostrado divinamente la señal de la Cruz del Señor, Elena, madre de Constantino, avisada en sueños, fue a Jerusalén con el deseo de hallar la Cruz de Jesucristo. Hizo que fuese derribada la estatua de mármol de Venus, que unos 180 años antes habían colocado en el Calvario con el fin de borrar el recuerdo de la Pasión del Señor. Lo mismo hizo con las estatuas de Adonis y de Júpiter que se levantaban en el pesebre del Salvador, y en el lugar de la Resurrección.
Excavado el lugar donde estuvo la Cruz, se descubrieron tres cruces sepultadas; y separado el título de la del Señor. Y como no se sabía a qué cruz pertenecía, un milagro solucionó la duda. Macario, obispo de Jerusalén, se puso en oración, y después dispuso que cada una de las cruces tocara a una mujer enferma; aplicáronle sin resultado alguno las dos primeras, pero al contacto de la tercera, sanó al instante.
Hallada la santa Cruz, mandó Elena edificar en el lugar una iglesia, donde dejó una parte de la misma, en relicario de plata; otra parte, que dio a su hijo Constantino, la destinó a la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén, en el palacio Sesoriano de Roma. Donó a su hijo los clavos con que el santísimo cuerpo de Jesucristo fue clavado en la Cruz. Luego, Constantino dictó una ley prohibiendo que nadie fuese condenado al suplicio de la cruz. Así pues, lo que antes fue objeto de oprobio y deshonor, comenzó a ser de veneración y gloria.
Conmemoración de los Ss. Alejandro I Papa, Evencio y Teódulo, Mártires, y Juvenal, Obispo Confesor
Alejandro, romano, gobernó la Iglesia siendo emperador Adriano; convirtió a la fe de Jesucristo a muchos nobles romanos. Ordenó que en Misa solo se ofrecieran pan y vino. Fijó que con el vino se mezclase un poco de agua, en memoria de la sangre y el agua que manaron del costado de Jesucristo. Añadió al Canon de la Misa las palabras: “El cual, el día antes de padecer". Decretó guardar perpetuamente en la Iglesia agua bendita con sal, y que se usase en las habitaciones para ahuyentar los demonios. Gobernó 10 años, 5 meses y 20 días; destacó por la santidad de vida y por sus provechosas disposiciones. Fue coronado con el martirio junto con los presbíteros Evencio y Teódulo, y sepultado en la vía Nomentana, a 3 millas de la ciudad, en el lugar donde fue decapitado. Creó, en los meses de diciembre, 6 presbíteros, 2 diáconos y 5 obispos para diversos lugares. Los cuerpos de estos Mártires se trasladaron más tarde a la ciudad, siendo sepultados en la iglesia de Santa Sabina. En el mismo día ocurrió la muerte de San Juvenal, obispo de Narni, quien con su santidad y doctrina, engendró en Narni a muchos fieles en Jesucristo, siendo célebre por sus milagros, descansó en paz, y en la misma ciudad donde fue sepultado.
Oremos.
Oh Dios, que en la esclarecida Invención del saludable madero de la Cruz renovaste los milagros de tu pasión: concédenos que, por el precio de este árbol de la vida obtengamos la gracia de la vida eterna. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.