viernes, 13 de mayo de 2022

LOS ESCRITOS DE LOS SANTOS INSPIRAN RELIGIÓN, CASTIDAD, INTEGRIDAD, CARIDAD. San Roberto Belarmino

LOS ESCRITOS DE LOS SANTOS INSPIRAN RELIGIÓN, CASTIDAD, INTEGRIDAD, CARIDAD. San Roberto Belarmino

Homilía de San Roberto Belarmino, Obispo.

Ser. 9, sobre la santidad de los Doctores de la Iglesia. En el principio.

En Dios, a quien adoramos como uno en la Trinidad y trino en la unidad, sobresalen singularmente tres atributos, a saber: el poder, la sabiduría y la bondad; así también, amados oyentes, Dios quiso dotar a sus amigos e hijos predilectos, nuestros Padres y Doctores, de poder, sabiduría, bondad y santidad, para hacerles más semejantes a Él, y para granjearles la acogida y la admiración de todas las naciones. Les armó primero de aquel poder, en cuya virtud, contra el curso ordinario de las leyes naturales, obraron prodigios singulares en elementos, árboles, animales y en los hombres. Les instruyó, infundiendo en su espíritu una sabiduría que no sólo les permitiera ver el presente y el pasado, sino también anunciar las cosas futuras con anticipación. Dilató su corazón con una caridad tal, que les movió a emprender con gran ánimo su misión, y les permitió además conmover, tanto con el ejemplo de una conducta excelente como con sus palabras y milagros, a los que debían convertir.

Todos saben lo que fueron los predicadores de nuestra ley evangélica, lo mismo los primeros, que nos trajeron la fe y el Evangelio, que los que Dios suscitó cada siglo, para confirmar o propagar esta misma fe; cuán piadosos, justos y religiosos se mostraron. Recordemos ante todo a los Apóstoles. ¿Qué puede darse de más sublime y perfecto que su conducta? Después fijémonos en los santos que llamamos Padres y Doctores, antorchas que Dios quiso que brillasen en el firmamento de la Iglesia, para que con su luz se disipasen todas las tinieblas de las herejías. Fijémonos en Ireneo, Cipriano, Hilario, Atanasio, Basilio, los dos Gregorios, Ambrosio, Jerónimo, Agustín, Crisóstomo, Cirilo. Su vida y costumbres, ¿no resplandecen como en unos espejos, en las obras que nos dejaron? En verdad, la boca habla de la abundancia del corazón.

¡Cuánta humildad brilla en los libros de los santos Padres, unida a una suma erudición! ¡Cuánta sobriedad! No hay en ellos nada obsceno, torpe, falso, arrogante, vano. ¡De cuántas maneras se manifiesta el Espíritu Santo, que moraba en sus pechos, por medio de sus escritos! ¿Quién podrá leer a San Cipriano que no se inflame en amor al martirio? ¿Quién hay, que versado en el estudio de San Agustín no descubra su humildad profunda? ¿Quién habrá que frecuentando los escritos de San Jerónimo no se aficione a la virginidad y al ayuno? Los escritos de los Santos inspiran religión, castidad, integridad, caridad. Son obispos y pastores (según palabras de San Agustín) doctos, graves, santos, acérrimos defensores de la verdad. Tras mamar con la leche la fe católica, la tomaron como alimento, para distribuirla luego como leche y manjar a todos. Después de los Apóstoles, la Iglesia santa creció gracias a los que así han plantado, regado y edificado; gracias a tales pastores y alimentadores.