jueves, 26 de mayo de 2022

26 de mayo, San Felipe Neri, confesor

 

26 de mayo

San Felipe Neri, confesor

Felipe Neri, nacido de piadosos y honestos padres en Florencia, desde su infancia dio señales de su futura santidad. Siendo joven, renunció a una rica heredad de su tío paterno, y se dirigió a Roma, en donde, instruido en la filosofía y en las sagradas letras, se entregó a Jesucristo. Muchas veces pasó tres días sin tomar alimento, entregado a las vigilias y a la plegaria; visitaba las basílicas de Roma, y acostumbraba a pasar la noche en el cementerio de San Calixto, en la contemplación de las cosas celestiales. Ordenado sacerdote por obediencia, se consagró con todas sus fuerzas a trabajar para la salvación de las almas, dedicándose al ministerio de oír confesiones, y perseverando hasta el fin de su vida, engendrando para Jesucristo muchos hijos. Como deseaba alimentarlos con la palabra de Dios cotidiana, la frecuencia de los sacramentos, la oración asidua y otros ejercicios de piedad, instituyó la Congregación del Oratorio con ese fin.

Herido por el amor de Dios, languidecía, y su corazón ardía en el fuego de la caridad, que no bastando su pecho para contenerlo, Dios ensanchó su costado rompiendo y levantando dos de sus costillas. Celebrando la santa Misa u orando, se elevó algunas veces sobre el suelo, mostrándose iluminado por una luz celestial. Ejerció la caridad en todas sus formas para con los pobres. Por esto mereció dar una limosna a un Ángel que se le apareció en forma de pobre. En una ocasión, llevando pan a unos necesitados, se cayó de noche en una hoya, y fue sacado incólume por un Ángel. Amó la humildad, aborreció los honores, rehusando las dignidades eclesiásticas, aun las mayores, que varias veces le ofrecieron.

Dotado del don de profecía, se distinguió por su penetración de los corazones. Conservó incólume con todo su esplendor la pureza virginal, llegando al extremo de distinguir por el buen o mal olor a las personas, según que practicasen o no la castidad. Algunas veces se apareció a los que estaban ausentes, y les ayudó en sus peligros. Restituyó la salud a no pocos enfermos que estaban en peligro de muerte, y volvió a un difunto a la vida. Fue honrado con la aparición de los espíritus celestiales y de la Virgen Santísima, y vio cómo muchas almas rodeadas de resplandores subían al cielo. Finalmente, en el año de gracia 1595, el día 25 de mayo, Corpus Christi, celebrada la santa Misa con el mayor consuelo de su espíritu, y terminadas las funciones, después de media noche, en la misma hora que había predicho, a la edad de 80 años, se durmió en el Señor. Ilustre por sus milagros, fue incluido en el catálogo de los Santos por el Pontífice Gregorio XV.

 

Oremos.

Oh Dios, que elevaste a la gloria de tus Santos al bienaventurado Felipe, tu Confesor: concédenos propicio, que sepamos aprovechar los ejemplos de aquel con cuya solemnidad nos alegramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.

San Eleuterio, Papa y Mártir

Eleuterio nacido en Nicopolis, Grecia, primero fue diácono del Papa Aniceto; luego gobernó la Iglesia en tiempo del emperador Cómodo. Al principio de su pontificado, recibió cartas de Lucio, rey de la Gran Bretaña, pidiendo ser recibido con sus súbditos entre los cristianos. Por esto Eleuterio envió a Fugacio y Damián, hombres doctos y piadosos, para que llevasen a aquel príncipe y a su nación la fe. Durante este Pontífice, Ireneo, discípulo de Policarpo, vino a Roma, y fue recibido por él. Entonces la Iglesia gozaba de gran paz, y la fe hacía grandes progresos en el mundo entero, especialmente en Roma. Eleuterio vivió en el pontificado 15 años y 23 días. Celebró tres ordenaciones en el mes de diciembre, en las cuales creó 12 presbíteros, 8 diáconos y 15 obispos para diversos lugares. Fue sepultado en el Vaticano cerca del cuerpo de San Pedro.

Oremos.

Pastor eterno, que cuidas de tu rebaño con amor: guárdalo con tu protección perpetua, por intercesión de San Eleuterio, mártir tuyo y sumo pontífice, a quien hiciste pastor de toda la Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.