viernes, 6 de enero de 2017

EL ROSARIO DE HOY CON SANTA RAFAELA MARÍA DEL SAGRADO CORAZÓN





Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial:  El 6 de enero de 1925, entregaba su alma a Dios santa Rafaela María del Sagrado Corazón Porras Ayllón, virgen, fundadora de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; considerada como enferma mental, pasó santamente los últimos años de su vida entre tribulaciones y penitencia. Con alguno de sus pensamientos meditamos el rosario de hoy.
Señor mío Jesucristo…
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“propuse seguir la santa voluntad de Dios y dejarme en sus manos como una pella de cera; como Cristo Jesús se abandonó a las de su Eterno Padre, y le costó vivir siempre en trabajos y humillaciones hasta su muerte de cruz.”
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Las pasiones, como fieras, me combaten a tiempos fuertemente; con la ayuda de Dios indirecta, o sea, de una manera oculta, puedo servirme de ellas para merecer.
A tiempos siento oscuridades terribles, como si ya estuviese en lo más hondo del infierno, pero me resguardo con la misericordia de Dios haciendo actos de contrición y de humildad, y quedo tranquila como el pollito bajo las alas de su madre.”
3. La coronación de espinas
“Propósito único que será la regla de mi vida: despreciarme a mí misma y querer que me desprecien. Recibir las honras como las cruces más pesadas y ver en ellas encerrado el enemigo de la soberbia. Verme muy honrada cuando se me calumnia y se me injuria sin culpa, no excusándome sino muy rara vez, y esto si después de consultado, no con mujer, sino con persona espiritual e ilustrada, lo aprueba. Y en las injurias, siempre oírlas callando y con humildad y no referirlas a nadie sino por obediencia. Nunca hablar de mí, ni en bien ni en mal. Hablar cuando sea necesario de quien me oprime, siempre en modo caritativo. Jamás, si vuelvo a encontrarme con ellas, darles, ni en palabra ni en hecho, la más mínima señal de queja, y por cartas lo mismo, aunque a ello más me provoquen.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Cuando pesaba la cruz de nuestro Señor, ¿qué hizo? Esforzarse a portarla hasta el Calvario. ¿Qué debemos hacer cuando la nuestra nos quiera rendir con las penas, angustias y tribulaciones de la vida? Abrazarnos más estrechamente con ella y no soltarla hasta morir si es preciso. ¡Qué lección y qué consuelo para mí! ¡Cuán claro veo que en la cruz está la salud y la vida7, y que el sufrir humillaciones, contrariedades y desprecios es la verdadera librea de los más grandes de la Compañía de Jesús!, esto es, de su aristocracia.”
5. La crucifixión y muerte del Señor
“Debo vivir como si hubiese muerto, no viviendo ni para las criaturas ni para mí misma, sino para Dios solo. Debo estar crucificada al mundo, como el mundo lo debe estar para mí.”