Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: En
la Forma Extraordinaria, se hace hoy memoria de san Policarpo, obispo y mártir,
discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos,
que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando
contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en
Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios
Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de
Cristo (c. 155).
Señor
mío Jesucristo…
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“Cuando
puedan hacer el bien, no lo posterguen, pues la limosna libera de la muerte
(Tb. 12,9). Todos ustedes estén sometidos los unos a los otros, teniendo una
conducta irreprensible entre los paganos, para que por sus buenas obras
(también) reciban la alabanza y el Señor no sea blasfemado por causa de ustedes.”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Seamos
celosos para lo bueno, evitemos los escándalos, los falsos hermanos y los que
llevan con hipocresía el nombre del Señor, haciendo errar a los hombres vacíos.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
“Abandonemos
los vanos discursos de las multitudes y las falsas doctrinas, y volvamos a la
enseñanza que nos ha sido transmitida desde el principio. Permaneciendo sobrios
para la oración (ver 1 P 4,7), constantes en los ayunos, suplicando en nuestras
oraciones a Dios, que lo ve todo, que no nos introduzca en la tentación (Mt
6,13), pues el Señor ha dicho: El espíritu está dispuesto, pero la carne es
débil (Mt 26,41)..”
4.-La Transfiguración del Señor
“Si
le somos agradables en el tiempo presente, Él nos dará a cambio el tiempo
venidero, puesto que nos ha prometido resucitarnos de entre los muertos y que,
si nuestra conducta es digna de Él, también reinaremos con Él (2 Tm 2,12), si
al menos tenemos fe..”
5.- La institución de la Eucaristía
“Señor,
Dios todopoderoso, Padre de nuestro amado y bendito Jesucristo, Hijo tuyo, por
quien te hemos conocido; Dios de los ángeles, de los arcángeles, de toda
criatura y de todos los justos que viven en tu presencia: te bendigo, porque en
este día y en esta hora me has concedido ser contado entre el número de tus
mártires, participar del cáliz de Cristo y, por el Espíritu Santo, ser
destinado a la resurrección de la vida eterna en la incorruptibilidad del alma
y del cuerpo. ¡Ojalá que sea yo también contado entre el número de tus santos
como un sacrificio enjundioso y agradable, tal como lo dispusiste de antemano,
me lo diste a conocer y ahora lo cumples, oh Dios veraz e ignorante de la
mentira! Por esto te alabo, te bendigo y te glorifico en todas las cosas por
medio de tu Hijo amado Jesucristo, eterno y celestial Pontífice. Por él a ti,
en unión con él mismo y el Espíritu Santo, sea la gloria ahora y en el futuro,
por los siglos de los siglos. Amén».”