Espíritu Santo, dulce huésped del alma,
muéstranos el sentido profundo del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para
celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no
espera recompensa.
Espíritu de verdad, que conoces las
profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad
para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del
mundo, la culminación de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu creador, misterioso artífice del
Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con
valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la
luz de la Palabra que salva.
Espíritu de santidad, aliento divino que
mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos
el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e
instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de comunión, alma y sostén de la
Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la
unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros
ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.
Espíritu de consuelo, fuente inagotable de
gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos
el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren,
acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente
y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la
vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de
otras religiones. y que las diversas culturas se abran a los valores del
Evangelio.
Espíritu de vida, por el cual el Verbo se
hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos
dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de
los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.
Ven, Espíritu de amor y de paz.
A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre
omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los
siglos.
Amén.