COMENTARIO
AL EVANGELIO DEL DÍA
PENTECOSTÉS
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Jesús
afirma: «Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad
plena» (Jn 16, 13). Aquí Jesús, hablando del Espíritu Santo, nos explica qué es
la Iglesia y cómo debe vivir para ser lo que debe ser, para ser el lugar de la
unidad y de la comunión en la Verdad; nos dice que actuar como cristianos
significa no estar encerrados en el propio «yo», sino orientarse hacia el todo;
significa acoger en nosotros mismos a toda la Iglesia o, mejor dicho, dejar
interiormente que ella nos acoja. Entonces, cuando yo hablo, pienso y actúo
como cristiano, no lo hago encerrándome en mi yo, sino que lo hago siempre en
el todo y a partir del todo: así el Espíritu Santo, Espíritu de unidad y de
verdad, puede seguir resonando en el corazón y en la mente de los hombres,
impulsándolos a encontrarse y a aceptarse mutuamente. El Espíritu, precisamente
por el hecho de que actúa así, nos introduce en toda la verdad, que es Jesús;
nos guía a profundizar en ella, a comprenderla: nosotros no crecemos en el
conocimiento encerrándonos en nuestro yo, sino sólo volviéndonos capaces de
escuchar y de compartir, sólo en el «nosotros» de la Iglesia, con una actitud
de profunda humildad interior. Así resulta más claro por qué Babel es Babel y
Pentecostés es Pentecostés. Donde los hombres quieren ocupar el lugar de Dios,
sólo pueden ponerse los unos contra los otros. En cambio, donde se sitúan en la
verdad del Señor, se abren a la acción de su Espíritu, que los sostiene y los
une.
Benedicto XVI, 27 de mayo de 2012