Vengo ante Ti, mi
Señor.
Tú, el Dios inmenso. Yo, tu pequeña criatura.
Tú no eres como
los señores de la tierra,
que atemorizan
con su grandeza a los pequeños y a los pobres.
Vengo a hacerme
presente a tu Presencia,
y siento que se
dilatan los senos de mi alma
inundados por la
anchura de tu amor.
Tú, el Dios
inmenso. Yo, tu pequeña criatura.
Ante Ti, mi
persona minúscula,
se siente en el
centro del universo
en comunión con
todas tus criaturas.
Con asombro,
contemplo tus desvelos,
el continuo
cuidado de tu providencia conmigo.
Al recuerdo de
tus misericordias,
el corazón se
ensancha y se ilumina el alma.
Vengo ante Ti, mi
Señor.
Tú, el Dios
inmenso. Yo, tu pequeña criatura
(Cf. Apuntes
Espirituales, 1890)
***
"Yo, Rey
mío, iré a pedirte consejo con frecuencia
y escucharé tu
divina Palabra en el secreto de tu Divino,
y
miseriordiosísimo Corazón;
y no sólo
escucharé,
sino que allí
copiaré tus divinas enseñanzas
para revestirme
con ellas
y aparecer a tus
ojos menos indigna de acompañarte de cerca".
(Apuntes
Espirituales).