MES DEL ROSARIO
Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:
Por la señal...
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén
Se lee y medita la reflexión de cada día.
Día 25
La admirable Ascensión de Nuestro Señor
PAZ
La Santísima Virgen, después de la gloriosa y admirable Ascensión de su Divino Hijo a los cielos, sólo tuvo el anhelo de llenar cumplidamente 1os designios del Señor sobre Ella, viviendo sólo para dar gloria a Dios que la había distinguido sobre todas las criaturas.
¡Cuán fielmente cumplió todo para lo que el Señor la había criado! Fue modelo perfectísimo de las vírgenes consagradas al Señor, siendo dechado de pobreza, castidad y obediencia y de perfecta y continua oración. Fue ejemplar esposa y madre; compartió con San José las penalidades de Egipto y Nazareth, asistiéndole en su agonía, dulcificándola con la dicha de morir en sus brazos y en los de su Divino Hijo Jesús. Como madre, ¡con qué solicitud cuidaba de su Divino Niño! ¡cómo le guardaba de los peligros! ¡con cuántos desvelos atendía a todo lo necesario! Y con el trabajo de sus manos ayudaba para la subsistencia de aquella Sagrada Familia. En la Pasión y Muerte de su Santísimo Hijo ya la hemos contemplado al pie de la Cruz sufriendo sin exhalar una queja; sin separarse de Él hasta dejarlo sepultado. Todo el resto, de su vida fue
acabadísimo modelo de todas las virtudes, instruyendo a los que ignoraban el camino de la virtud, enseñando todo lo necesario para llegar al cielo, consolando a los que sufrían, haciendo siempre bien, siendo para todos verdadera Maestra, y mostrando en todo momento una absoluta igualdad de espíritu: la verdadera paz.
Aprendamos sus lecciones sublimes; nos las ha dado prácticamente: su vida fue humildemente santa y todos podemos en cualquier circunstancia de nuestra vida pensar cómo se conduciría en ella la Santísima Virgen y copiar sus acciones lo mejor posible, puesto que, perfectamente sólo Ella, que era llena de gracia, pudo hacerlo. Acudamos a su maternal ternura y exponiéndole nuestras necesidades digámosla cuánto necesitamos de su auxilio pues por nosotros no podemos hacer nada bueno. Como Madre sapientísima nos· concederá todas las gracias que necesitemos para cumplir la Voluntad de Dios, y cooperando nosotros a esas gracias tendremos paz en nuestro corazón y con igualdad de ánimo los sufrimientos y las alegrías los encaminaremos a mayor gloria de Dios y nos aprovecharán para nuestra salvación.
PRÁCTICA
Pensemos muy a menudo en la Santísima Virgen y este pensamiento hará que todo lo hagamos lo mejor posible bajo su protección.
PETICIÓN
Jaculatoria. Oh, María, Trono de 1a Sabiduría, ruega, por nosotros.
Bendita sea tu pureza...