MES DEL ROSARIO
Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:
Por la señal...
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén
Se lee y medita la reflexión de cada día.
Día 30
La coronación de Nuestra Señora
DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
La Trinidad Santísima, desde el principio del mundo se había complacido al contemplar las perfecciones con que había adornado el alma de María Santísima enriqueciéndola con todas sus gracias. Corona la privilegia Virgen Reina del cielo y de la tierra. La corona el Eterno Padre coma a su hija querida y la colma, de su poder; corónala el Hijo como a su Madre amantísima y la colma de su sabiduría; corónala el Espíritu Santo como a su Amada Esposa y la colma de amor. ¡Gloria a Maria, Hija del Padre! ¡Gloria a María Madre del Hijo! ¡Gloria a María, Esposa del Espíritu Santo! ¡Gloria a nuestra celestial Reina, Madre y Abogada de los pecadores!
Nosotros también somos de esos pecadores de los que la celestial Reina es Madre. Somos pecadores, pero arrepentidos imploramos Misericordia de Dios, y ante ese Dios de bondad tenemos a nuestra Madre que pide por nosotros. Acudamos a Ella con gran confianza y no temamos pedirle mucho. No nos olvidemos que está llena de poder y si es nuestra Madre que todo lo puede, que con divina sabiduría penetra y sabe lo que nos conviene y con maternal amor quiere nuestro bien, dejándonos bajo su amparo y protección estamos seguros de que Ella nos salvará.
Pero nosotros hemos de ser dignos hijos de esta Augusta Madre, haciendo todo lo que sabemos es de su agrado y apartándonos de aquello que pueda ofenderle, acostumbrándonos a que todos nuestros pensamientos, palabras y obras sean dignos de sus miradas y nos atraigan su bendición. Tengamos una tierna devoción a nuestra Madre y Señora, armándola con todo nuestro corazón y enseñemos a todos a que la amen, pues su amor nos llevará al cielo. ¡Cuántos pecadores sólo por haber obsequiado a la Santísima Virgen con alguna devoción, esta buena Madre hizo que se reconocieran y salvaran!
PRÁCTICA
Consagremos a la Santísima Virgen, acudiendo a Ella para que no permita caigamos en pecado, a fin de gozar de sus glorias en el cielo.
PETICIÓN
Jaculatoria. Oh, María Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.
Bendita sea tu pureza...