MES DEL ROSARIO
Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:
Por la señal...
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén
Se lee y medita la reflexión de cada día.
Día 13
La flagelación
PUREZA
Nuestro Divino Salvador, que quería pagar por todos y cada uno de nuestros pecados cuanto debíamos a la Divina Justicia, quiso desde que le prendieron en el Huerto de Getsemaní, después de apurar la amargura de la traición de uno de sus apóstoles y el abandono de los otros, que su Divina Persona fuese atropellada sufriendo ultrajes, recibiendo toda clase de oprobios, y atado como un criminal permitió ser llevado de tribunal en tribunal y ser juzgado por los hombres. ¡El que es juez de vivos y muertos!
Así satisfacía por nuestros pecados todos, pero como hay uno que, en·cierta manera, parece que desagrada más a su infinita Santidad, quiso ser atormentado por él con un suplicio cruelísimo.
Por el pecado de la impureza sufrió el Señor el tormento de los azotes que desgarraban su inocentísima carne.
La Santísima Virgen, criatura purísima en quien Dios tenía sus complacencias, que seguía con su imaginación los tormentos de su Santísimo Hijo, ilustrada con claridad celestial para penetrar los misterios de su Pasión, ¡de qué amargura estaría penetrada, mientras que su Divino Hijo sufría un tormento. tan degradante reservado a los esclavos! Ella, Virgen de vírgenes, que cuando el Arcángel le anunció el misterio de la Encarnación se atrevió humildemente a decir que había de conservar su pureza virginal; Ella tan casta y pura es la única digna de las miradas de Dios.
Al Señor, siempre inclinado a la misericordia, le vemos castigar severamente el abominable vicio de la impureza, enviando fuego del cielo sobre las nefandas ciudades, y las aguas del diluvio sobre el mundo porque toda carne había corrompido su camino.
Aspiremos a que el Señor pueda llamarnos bienaventurados por ser limpios de corazón.
Pidamos fervorosamente a la Santísima Virgen la virtud de la pureza de esa virtud que nos hace dignos de alternar con los ángeles.
Pensemos que nuestras inmodestias, no sólo pueden llegar a perder nuestras almas; sino ser también causa de que se pierdan otras.
PRÁCTICA
Al rezar todos los días, las tres Avemarías de la mañana y noche, y muchas veces entre el día, digamos de corazón: "Virgen María, por vuestra Concepción Inmaculada, hacer puro mi cuerpo· y santa mi alma".
PETICIÓN
Jaculatoria.
Oh, María Virgen de las vírgenes, ruega por nosotros.
Bendita sea pureza…