COMENTARIO AL
EVANGELIO CATENA AUREA
SÁBADO DE LA IV SEMANA DE CUARESMA
Forma extraordinaria del Rito Romano
Comentario de San
Agustín, in Joannem, tract. 34
Todas las cosas fueron creadas
por El, y para nosotros se hizo esa Luz que estando debajo del sol produjo el
sol. Pero está encubierta con la nube de la carne, no para que se oscurezca,
sino para mitigar sus rayos. Hablando a través de la nube de la carne, la luz
que no puede faltar, la luz de la sabiduría, dice a los hombres: "Yo soy
la luz del mundo" ( Jn 1,3).
Y hace que separes tus miradas
de la carne, y te lleva a la visión del espíritu cuando añade: "El que me
sigue, no anda en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida". No cree
suficiente el decir, "Tendrá la luz", sino que añade "de la
vida". Estas palabras del Señor están conformes con las del salmo:
"Con tu luz veremos la luz, porque en ti se encuentra la fuente de la
vida" ( Sal 35,10). En los usos de la vida corporal una cosa es la luz y
otra la fuente; la boca busca la fuente, los ojos la luz. Pero en cuanto a Dios
lo mismo es la luz que la fuente. El mismo que te alumbra para que veas, es el
que mana para que bebas. Las promesas que hace las expresa con un futuro, mas
fijó el tiempo presente para lo que debemos hacer. Dice: "El que me sigue,
tendrá". Ahora sigue por la fe; después poseerá en la realidad. Sigamos al
sol visible, y entonces le seguiremos hacia el Occidente, que es hacia donde
camina; y porque si no, él te abandonará aunque tú no quieras dejarle. El Señor
está todo en todas partes; si no te separas de El, El nunca se ocultará para
ti. Deben temerse las tinieblas de las costumbres, no de los ojos. Y si de los
ojos, no de los exteriores, sino de los interiores, por los que no se distingue
lo blanco de lo negro, sino lo justo de lo injusto.