MISTERIOS GLORIOSOS
Monición
inicial:
Cercano ya el Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos
invita a recoger nuestros sentidos e introducirnos en los momentos culminantes
de nuestra redención, uniéndonos íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su
Madre y madre nuestra, la Virgen Dolorosa.
Al contemplar los misterios gloriosos, nuestra fe se
confirma y reconforta con la esperanza de que tras la peregrinación en este
mundo, hay una vida en el cielo conseguida a precio de la sangre de Cristo.
Señor
mío Jesucristo...
1.-La
Resurrección del Señor.
“Cristo
posee un sacerdocio perpetuo, porque permanece para siempre. De ahí que pueda
también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está
siempre vivo para interceder en su favor. Hb 7,
24-25
2.-
La Ascensión del Señor
“Tenemos
un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en
los cielos, al servicio del santuario y
de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre. Porque todo
Sumo Sacerdote está instituido para ofrecer dones y sacrificios: de ahí que
necesariamente también él tuviera que ofrecer algo.” Hb
8, 2-3
3.-
La Venida del Espíritu Santo
“Si
la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su
aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto
más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin
tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir
culto al Dios vivo!” Hb 9, 13-14
4.-
La Asunción de María Santísima a los cielos en cuerpo y alma
“Por
eso Cristo es mediador de una nueva Alianza; para que, interviniendo su muerte
para remisión de las transgresiones de la primera Alianza, los que han sido
llamados, reciban la herencia eterna prometida.” Hb
9, 15
5.-
La Coronación de la Virgen como Reina y Señora
“Deseamos,
no obstante, que cada uno de ustedes manifieste hasta el fin la misma
diligencia para la plena realización de la esperanza, de forma que no se hagan
indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la
perseverancia, heredan las promesas.” Hb 6, 11-12