COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA
MARTES DE LA I SEMANA DE PASIÓN
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Es digno de notarse el modo de
obrar de los evangelistas, tan en armonía siempre con la verdad. Como no temían
decir aquellas cosas, que en cierto sentido podían ofender la imagen de su
maestro, no dejaron de decir cosa alguna. Y en verdad que no podría menos que
considerarse ofensivo el que sus "hermanos" no creyesen en El. Y
parece, en realidad, que en un principio se muestran como amigos por lo que
empiezan a decir. Sin embargo, le servían de mucha amargura algunas de las
cosas a que se referían, porque le hacen aparecer como temeroso y deseoso de la
gloria. Porque dicen: "Ninguno hace cosa en oculto", lo cual
implicaba el temor de los que acusan y al par sospechan no ser verdaderos los
milagros que hacía. Respecto a lo que dicen: "Y procura ser conocido en lo
público", hacen pensar de que El abriga cierto deseo de vanagloria. Mas
Jesucristo les responde con mansedumbre, enseñándonos que no debemos tomar a
mal si se nos atribuye alguna mala acción. Sigue, pues: "Jesús les dijo:
Mi tiempo aún no ha venido, mas vuestro tiempo está preparado".
"No puede el mundo
aborreceros a vosotros, mas a mí me aborrece; porque yo doy testimonio de él,
que sus obras son malas". Como diciendo: ¿Cómo puede el mundo aborrecer a
aquellos que quieren lo mismo que él, y tienden a lo mismo que él? Mas a mí me
aborrece porque lo reprendo. Entretanto, no busco la gloria de los hombres,
porque no dejo de reprenderlos, aun cuando sé que por esto me aborrecerán e
intentarán darme la muerte. Con estas palabras manifiesta también que el odio
de los judíos contra El era excitado por sus reprensiones públicas, y no porque
dejaba de respetar el sábado.
Puede decirse también que
subió, no para padecer, sino para enseñar a otros. Y subió de oculto, porque
aunque podía subir en público y contener su furor, como en otras ocasiones
había hecho, no quería hacer esto continuamente para no evidenciar su
divinidad, con el fin de que así fuese mejor conocida la realidad de su
encarnación, y nos enseñase a practicar la virtud. Y para que sepamos qué es lo
que nosotros debemos hacer cuando no podemos detener a nuestros perseguidores,
quiso subir de oculto. Y no dijo de oculto, sino casi de oculto, dando a
conocer que hacía esto así para nuestro ejemplo, porque si obrase en todas las
cosas como Dios, no podríamos saber cómo convendría obrar cuando caemos en
algún peligro.
San Juan Crisóstomo, in
Ioanem hom. 47