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En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dispongamos
nuestro corazón para meditar los Dolores de Nuestra Santísima Madre. Estamos
en presencia de Dios, humildemente reconozcamos las heridas que nuestras faltas
provocaron al Sacratísimo Corazón de Jesús, y al Inmaculado Corazón de nuestra
Madre.
1º dolor: La profecía del anciano Simeón.
¡Dulce Madre
mía! Al presentar a Jesús en el templo, la profecía del anciano Simeón te
sumergió en profundo dolor al oírle decir: "Este niño está puesto para
ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu
alma". De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste
recuerdo.
Padrenuestro y 7
avemarías
2º dolor: La huída a Egipto.
¡Oh, Virgen
querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que
sufriste al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida
del niño Dios.
Padrenuestro y 7
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3º dolor: El Niño creído perdido y hallado por sus padres.
¡Virgen
Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la
pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días?
Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de
holocausto y agradecimiento para contigo.
Padrenuestro y 7
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4º dolor: María en la calle de la amargura.
Verdaderamente,
calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús desgarrado, cargado
con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres,
cometidos y por cometer.
¡Pobre Madre!
Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor.
Padrenuestro y 7
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5º dolor: La Crucifixión de Jesús.
María, reina
de los mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús,
¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos duros clavos
traspasando los pies y manos del Salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Dolor cumbre de tu corazón. ¡Oh, María!
Jesús acaba de morir, y el centurión, con su lanza se acerca a la cruz, y a tu
vista, sin el menor reparo, raja cruelmente aquel corazón amante. No sintió
Jesús el dolor, pero en aquel corazón vivía un amor infinito. Aquella herida la
recibiste con dolor y amor. He aquí la profecía de Simeón. Ha sido esto por mis
pecados, pero desde entonces eres Madre mía, refugio mío... Cómo no amarte.
Perdón, y misericordia.
Padrenuestro y 7
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6º dolor: Descienden a Jesús de la Cruz.
Mira a Jesús,
acribillado de heridas, desangrado, coronado de espinas... Virgen mía, sólo
podré aliviarlo dejando de pecar.
Padrenuestro y 7
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7º dolor: La sepultura de Jesús.
«José de
Arimatea, después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó
en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día
de la Preparación, y ya comenzaba el sábado». (Lc. 23, 53-54)
Padrenuestro y 7
avemarías