viernes, 4 de mayo de 2018

VIRGEN QUE HA DE SER PROCLAMADA (4) Beato John Henry Newman


 
4 DE MAYO
Sobre la Inmaculada Concepción (2)
MARIA,
Virgo praedicanda,
VIRGEN QUE HA DE SER PROCLAMADA
María es llamada Virgo praedicanda, es decir, virgen que ha de ser proclamada, anunciada, y, más literalmente, predicada.
Estamos acostumbrados a que se proclame universalmente todo lo que es maravilloso, extraño, raro, nuevo e importante. Así, San Juan Bautista predico a Nuestro Señor cuando iba a aparecer; después de la Ascensión, los apóstoles se esparcieron por el mundo y predicaron a Cristo. ¿Cuál es la más alta, la más rara y la más excelente prerrogativa de Maria? Es el haber estado libre de pecado. Cuando una mujer de la multitud, dirigiéndose a nuestro Señor, exclamo: “Bienaventurado el seno que te ha llevado”, le respondió: “Bienaventurados mas bien aquellos que oyen la palabra de Dios y la guardan”. Estas palabras  se realizaron en Maria, Ella fue colmada de gracia, para ser la Madre de Dios. Pero el ser tan pura y tan santa fue un don todavía más grande que el de su maternidad. A la verdad, nuestro Señor no hubiera sido su Hijo, si antes no la hubiese santificado, y su mayor prerrogativa fue recibir esta perfecta santificación. He aquí porque es llamada Virgo praedicanda. Merece ser universalmente predicada, porque jamás cometió pescado alguno, ni aun el más pequeño, porque el pecado no tuvo parte alguna en ella; porque por la plenitud de la gracia de Dios, jamás tuvo un pensamiento, ni pronuncio palabra, ni hizo acción alguna que fuese desagradable, mejor dicho, que no fuese agradable a Dios Todopoderoso; porque en Ella apareció de una manera brillante el mayor triunfo reportado sobre el enemigo de las almas. Por eso, cuando todo parecía perdido, nuestro Señor, a fin de manifestar lo que podía hacer por todos nosotros muriendo por nosotros; a fin de mostrar a que grado de excelencia podía llegar su obra, la naturaleza humana; a fin de hacer brillar su omnipotencia, reduciendo a la nada los supremos esfuerzos y la malicia más concentrada del enemigo y revocando todas las consecuencia de la caída, nuestro Señor, aun antes de su venida a este mundo, comenzó a realizar su obra más admirable de redención en la persona de Aquella que había de ser su Madre. Por los méritos de su sangre, que había de ser derramada, aun antes de hacer la reparación por el pecado de Adán sobre la cruz, se interpuso para impedir que María fuese alcanzada por la mancha de este pecado. He aquí porque predicamos a la que fue objeto de esta gracia maravillosa.
Pero también es llamada Virgo praedicanda por   otra razón. ¿Cuándo predicamos? ¿Por qué predicamos? ¿Qué predicamos? Predicamos lo que no es conocido, para que sea conocido. Por esta causa, se dice en la Escritura que los apóstoles predicaron a Cristo. ¿A quiénes? A los que no le conocían, al mundo pagano. No a los que le conocían, sino a los que no tenían noticia de Él. Predicar es un trabajo gradual; se predica una cosa, una lección, después de otra. Así los paganos fueron conducidos gradualmente a la Iglesia. De la misma manera, la predicación de Maria a los cristianos y la devoción que estos le profesan han ido creciendo gradualmente con el transcurso de los siglos. María no fue predicada en las primeras edades como en las edades más cercanas a nosotros. Primero fue predicada como Virgen de las vírgenes; después como Madre de Dios; después como gloriosa en su Asunción y como Abogada de los pecadores; finalmente como Inmaculada en su concepción. Y esta última predicación ha   sido la peculiar de nuestro siglo, de suerte que lo que fue lo primero en su propia historia, ha sido lo último en la confesión de sus grandezas hecha por la Iglesia.

Beato John Henry Newman
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló