31 DE MAYO
Sobre
la Asunción (8)
MARIA,
Stella
Matutina,
ESTRELLA DE LA MAÑANA
QUE ANUNCIA SIEMPRE AL SOL
DESPUES DE LA NOCHE SOMBRIA
¿Cuál es el símbolo en este
mundo sensible, que más se aproxima a una representación, por poco exacta que
sea, de las glorias de aquel mundo superior que se abre más allá del alcance de
nuestros sentidos corporales? ¿Cuáles son acá abajo, entre las cosas raras y
esplendidas, las prendas y los signos más verdaderos, aunque pobres e
insuficientes, de lo que esperamos ver un día? Sean cuales fuere estos signos y
estas prendas, la bienaventurada Madre de Dios puede reivindicarlos como suyos.
Los hay de dos clases, que le son aplicados con títulos de alabanza en las
letanías: las estrellas del cielo y las flores de la tierra. Ella es, a la vez,
Rosa mystica y Stella matutina.
Y de estos dos títulos, que se
adaptan tan bien a Ella, el de Estrella de la mañana, es el que mejor le
cuadra, y esto por tres razones.
En primer lugar, la rosa
pertenece a esta tierra, pero la estrella esta puesta en lo más alto de los
cielos. Y María ya no tiene cosa alguna en este mundo. Ningún cambio, ninguna
violencia del fuego, del aire, de la tierra, puede afectar a las estrellas, las
cuales se muestran siempre brillantes y maravillosas a todas las regiones del
globo y a todas las tribus de los hombres.
En segundo lugar, la vida de la
rosa es breve; su decadencia es segura, y cuando, ya en su zenit, está llena de
gracias y perfumes. María, en cambio como las estrellas, subsiste para siempre,
tan radiante hoy como el día de su Asunción, y cuando su Hijo aparezca para
juzgar al mundo será tan pura y perfecta como ahora.
Finalmente, es prerrogativa de María
ser Estrella de la mañana, que
anuncia al sol. No brilla por sí mismos, ni de sí misma, sino que es reflejo de
su Redentor y del nuestro, al cual glorifica. Cuando ella se muestra, en medio
de las tinieblas, sabemos que Él está cerca. Él es al Alfa y Omega, el primero
y el último, el comienzo y el fin. He aquí que viene pronto, con su recompensa,
para dar a cada uno según sus obras – “Vengo pronto” – Amen. “¡Venid, Señor
Jesús!”·
Beato John Henry Newman
Transcripto
por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló