3 DE MAYO
Sobre
la Inmaculada Concepción (1)
MARIA,
Virgo purísima, VIRGEN PURISIMA
Por Inmaculada Concepción de la
Bienaventurada Virgen María, hemos de entender esta verdad revelada, a saber,
que María fue concebida en el seno de su madre, Santa Ana, sin mancha de pecado
original.
Después de la caída de Adán,
toda la humanidad, su descendencia, ha sido concebida y ha nacido en pecado.
“He aquí –dice el inspirado autor del salmo Miserere- que he sido concebido en
la iniquidad y que mi madre me he engendrado en el pecado”, Este pecado, que
alcanza a cada uno de nosotros y que es nuestro desde el primer momento de la
nuestra existencia, es el pecado de infidelidad y de desobediencia, por el cual
Adán, perdió el paraíso. Como hijos de Adán, somos herederos de las
consecuencias de su pecado, y hemos perdido, en el, aquella vestidura espiritual
de la gracia y de santidad, que había recibido de su Creador al recibir la
vida. Todos hemos sido concebidos y nacemos en este estado de caídos y
desheredados, y el sacramento del Bautismo es, ordinariamente, el medio por el
cual somos sacados de él.
María nunca vivió en este
estado; fue exceptuada de él por un decreto eterno de Dios. Desde toda la
eternidad, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, habían resuelto crear la raza
humana, y, previniendo la caída de Adán, había decretado, al mismo tiempo,
rescatar toda su posteridad, la humanidad entera, por la Encarnación del Hijo y
sus sufrimientos en la cruz. En este mismo instante eterno, incomprensible, en
que el Hijo de Dios, nacía del Padre, el decreto de la Redención del hombre por
El, también estaba dado. Según este eterno decreto el que había nacido desde
toda la eternidad nació en el tiempo para salvarnos, y la redención de María,
fue entonces resuelta de esta manera especial, que llamamos Inmaculada
Concepción. Se decretó, no que fuese purificada, sino preservada del pecado,
desde el primer instante de su existencia, de tal suerte que el maligno no
tuviese en ella cosa alguna que le perteneciese. Fue, pues, hija de Adán y de
Eva de la manera que lo hubiera sido si estos no hubiesen pecado. No tuvo parte
en su falta y heredó –pero en una medida
muy superior- todos los dones y todas
las gracias que Adán y Eva inocentes, poseían en el paraíso. Tal es su
prerrogativa, y tal es el fundamento de todas estas saludables verdades, que, a
este propósito nos han sido reveladas.
Digamos, pues con todas las almas santas: Virgen purísima, concebida sin pecado
original, oh Maria, rogad por nosotros.
Beato John Henry Newman
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Catalina
Galvez Aguiló