2 DE MAYO
Mayo, el mes de la alegría
¿Por
qué el mes de mayo se llama mes de Maria y le esta especialmente dedicado?
Entre otras razones, por esta, a saber, porque dentro de todo el año
eclesiástico, es el tiempo más sagrado, el más gozoso y el más enriquecido de
fiestas solemnes. ¿Quién escogería por mes de Maria, el febrero, el marzo o el
abril, tiempo de Cuaresma y de penitencia?
¿Quién
preferiría el diciembre, tiempo de Adviento y tiempo de esperanza, a la verdad
porque Navidad se acerca, pero también tiempo de ayuno? Las mismas Navidades no
duran un mes, y aunque enero nos da la gozosa Epifanía, con su sucesión de
dominicas, este tiempo, la mayor parte de los años, es rápidamente cortado por
la precipitada llegada de la Septuagésima.
En
cambio, mayo pertenece a la época de la Pascua, que dura cincuenta días, y
abarca, con frecuencia, este mes entero, o, a lo menos toda la primera
quincena. La gran solemnidad de la Ascensión siempre tiene lugar en mayo, salvo
una o dos veces en el espacio de cuarenta años, Pentecostés, la fiesta del
Espíritu Santo, cae comúnmente en mayo, y varias veces, las fiestas de la
Santísima Trinidad y del Santísimo Sacramento. Mayo es por lo tanto, el tiempo
en que resuenan frecuentes aleluyas, porque Cristo ha salido del sepulcro,
porque Cristo ha subido a los cielos, y porque Dios Espíritu Santo ha
descendido, para ocupar su lugar en la Iglesia.
He
aquí, pues, una de las razones por las cuales el mes de mayo está dedicado a la
bienaventurada Virgen Maria. Ella es la primera de las criaturas, y, de todos
los hijos de Dios, la más agradable, la más amada y la más cercana a Él. Es
conveniente que este mes sea el suyo y que durante el mismo, glorifiquemos a la
providencia de Dios para con nosotros, por nuestra redención y por nuestra
santificación en Dios Padre, en Dios Hijo, y en Dios Espíritu Santo.
Pero
María no es solamente la sierva grata al Señor. Es también la Madre de su Hijo
y la Reina de todos los santos, por lo cual, la Iglesia, como para formarle un
gran cortejo de honor, celebra en este mes las fiestas de algunos de los más
grandes. En primer lugar la fiesta de la Santa Cruz, en la cual veneramos la
preciosa sangre, en que quedo empapada la cruz durante la pasión de nuestro
Señor. Tienen su fiesta en este mes de mayo, el arcángel San Miguel y tres
apóstoles; San Juan, el discípulo amado, San Felipe y Santiago; siete papas, de
los cuales dos, San Gregorio VII y San Pio V son particularmente ilustres; dos
de los más grandes doctores; San Atanasio y San Gregorio Anciano; dos vírgenes
especialmente favorecidas de Dios; Santa Catalina de Siena (tal como se celebra
su fiesta en Inglaterra) y Santa Maria Magdalena de Pazis, y también una mujer
celebérrima en los anales de la Iglesia, Santa Mónica, madre de San Agustín. (((Y sobre todo, y
de un modo particular para nosotros, en este Oratorio, San Felipe Neri, que
ocupa, con su novena y su octava, quince días enteros de los treinta y uno que
tiene este mes.))) Son todos ellos frutos de selección de la gracia
multiforme de Dios, que forman la corte de su gloriosa Reina.
Beato
John Henry Newman