viernes, 11 de mayo de 2018

MARÍA, ESPEJO DE JUSTICIA. (11) Beato John Henry Newman


11 DE MAYO
Sobre la Anunciación (2)
MARIA,  
Speculum Justitiae,  
ESPEJO DE JUSTICIA
Aquí, hemos de considerar, en primer lugar, lo que hay que entender por justicia; porque esta palabra, tal como se emplea en el lenguaje de la Iglesia, no tiene el sentido que el lenguaje ordinario le atribuye. Por justicia, no hemos de entender aquí, la virtud de la lealtad, de la equidad, de la rectitud en la conducta, sino más bien, la justicia o perfección moral, en cuanto abarca, a la vez, todas las virtudes y significa un estado del alma virtuoso y perfecto, de tal suerte, que el sentido de la palabra justicia es casi equivalente al sentido de la palabra santidad. Por esta causa, al ser llamada Nuestra Señora, espejo de la justicia, lo hemos de entender en el sentido de que es espejo de santidad, de perfección y de bondad sobrenatural.
¿Qué se entiende al compararla con un espejo? Un espejo es una superficie refringente, tal como  el agua inmóvil, el acero pulido, una luna. ¿Qué reflejaba María? Reflejaba a nuestro Señor, que es la Santidad infinita. Luego, en cuanto es posible a una criatura, reflejaba su divina santidad, por lo cual es llamada Espejo de la santidad, o como se dice en las letanías, Espejo de la justicia.
¿Cómo llego María a reflejar la santidad de Jesús? Viviendo con Él. Vemos todos los días cuan semejantes llegan a ser los que se aman y viven juntos. Cuando viven juntos los que no se aman, por ejemplo, los miembros de una familia que no andan bien unidos entre sí, ocurre todo lo contrario, y esta desunión acentúa más y más la desemejanza. Mas, cuando reina el amor entre el esposo y la esposa, entre los padres y los hijos, entre los hermanos, las hermanas y los amigos, el decurso del tiempo produce un maravilloso parecido; la semejanza llega a manifestarse en la expresión de sus rasgos, en la voz, en el porte, en el lenguaje, en la manera de escribir, y lo mismo se diga del carácter, de las opiniones, de los gustos, de la conformidad de miras. Y esto también sucede, sin duda, en el estado invisible de las almas, en las cuales, ya en bien ya en mal, se realiza esta transformación y semejanza.
Hemos de considerar ahora que María amaba a su divino Hijo con un amor indecible y que lo tuvo continuamente consigo, durante treinta años ¿No es, por lo tanto verdad que sí estuvo llena de gracia antes de haberlo concebido en su seno, debió alcanzar una santidad incomprensiblemente mayor después de haber vivido tan íntimamente con Él durante aquellos treinta años? Santidad de un orden angélico que reflejaba los atributos de Dios con una plenitud de perfección, de la cual ningún santo sobre la tierra, ningún anacoreta, ninguna virgen puede darnos una idea. Es, pues, verdaderamente Speculum justitiae, el espejo de la divina perfección.
Beato John Henry Newman
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló