21 DE MAYO
Los
Dolores de Nuestra Señora (5)
MARIA,
Consolatrix Afflictorum,
CONSOLADORA
DE LOS AFLIGIDOS
Dice San Pablo que el Señor le
daba fuerzas en todas sus tribulaciones, para que, a su vez, merced al aliento
que recibía de Dios, pudiese darla a los que estaban atribulados. Este es el
verdadero secreto; aquellos son capaces de consolar, que han sido probados y
han sentido la necesidad de consuelo y lo han recibido. El mismo Señor nos
dice: “Porque ha sufrido y ha sido tentado, puede socorrer a los que también
son tentados”.
Esta es la causa por la cual la
bienaventurada Virgen María es el Consuelo
de los afligidos. Sabemos cuan precioso es el consuelo de una madre, y nos
ha sido permitido acudir a María, nuestra Madre, a partir del momento en que
nuestro Señor, desde lo alto de la cruz, estableció entre Ella y San Juan las
relaciones de madre e hijo. La Santísima Virgen puede de una manera
especialísima consolarnos, porque sufrió más que cualquiera de las madres. Las
mujeres, a lo menos las mujeres delicadas, son comúnmente protegidas contra la
ruda exigencia de los grandes viajes en este mundo; más después de la Ascensión
de nuestro Señor, María, como los apóstoles fue enviada a regiones extrañas
como oveja entre lobos. A pesar de toda la solicitud que San Juan podía tener
por Ella, solicitud tan grande como la que tuvo San José por su juventud, era,
más que todos los santos, extranjera y peregrina en la tierra, en proporción a
su grande amor a Aquel que había habitado entre nosotros y se había ya
marchado. Y así como había tenido que huir a través del desierto al pagano
Egipto con nuestro Señor niño, de la misma manera, después que Jesús subió a
los cielos, tuvo que ganar en un navío la pagana ciudad de Éfeso, para vivir
sus últimos años y morir en ella.
¡Ah! Los que sufrís rodeados de
gente grosera, entre compañeros que se burlan de vosotros, os insultan y entre
malos pariente u odiosos enemigos, y os sentís, a la vez, sin defensa, implorad
el auxilio de María por el recuerdo de sus propios sufrimientos en medio de los
egipcios y de los griegos idolatras e impíos, y Ella os socorrerá.
Beato John Henry Newman
Transcripto
por gentileza de Dña. Ana María Catalina Galvez Aguiló