QUE CIEGAS ESTAMOS CUANDO
QUEREMOS QUE NOS QUIERAN
Estas personas a las que Dios conduce y
eleva a estas alturas son almas generosas, almas reales; no se conforman con
amar cosa tan pobre como son estos cuerpos por hermosos que sean, por muchas
gracias que tengan, aunque da gusto verlos y alaban por ello al Creador, mas no
para detenerse en ellos. Digo detenerse en ellos queriendo decir que no los
aman por estas cualidades pues les parecería que amaban lo accidental y como la
sombra; se avergonzarían de ello, y no tendrían cara para decirle a Dios que le
aman sin afrentarse... Y bien mirado, yo pienso algunas veces lo ciegas que
estamos cuando queremos que nos quieran (C 6, 4-5).