HOMILÍA DEL OFICIO DE MAITINES SOBRE EL
EVANGELIO DEL DOMINGO
XVIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San Pedro Crisólogo
Lo que hemos leído hoy en
el Evangelio nos muestra que Jesucristo, por sus actos humanos, obró misterios
divinos, y que valiéndose de recursos visibles realizó operaciones invisibles.
“Subió a la barca-dice el Evangelista-atravesó el lago y fue a su ciudad”. ¿Por
ventura no es él mismo quien, separando las aguas, dejó al descubierto el fondo
del mar, para que el pueblo de Israel pasase a pie enjuto entre las olas
asombradas, como por un desfiladero? ¿No es él quien allanó debajo de los pies
de Pedro las olas embravecidas,
de suerte que el líquido elemento ofreciese un apoyo firme a sus plantas?¿Qué razón tuvo, pues,
para no usar en provecho propio de la obediencia del mar, y para servirse de
una barca al tratarse de atravesar un lago tan reducido? “Subió a la barca-dice
el Evangelio- y atravesó el lago”. Mas ¿qué, hay en esto de extraño, hermanos
míos? Jesucristo vino a sumir nuestras debilidades y a comunicarnos su fuerza,
a tomar la que es humano y a cedernos lo que es divino; a recibir injurias a
conceder honores; a cargar sobre sí nuestros males y a traernos la salud; porque
el médico que no conoce por experiencia propia la enfermedad, no sabe
curar, y el que no haya enfermado con el enfermo, no puede devolver la salud.Si, pues, Jesucristo no
hubiera descendido de la altura de sus perfecciones, nada hubiera tenido de común
con los hombres; y si no se hubiera sujetado a la condición de nuestra vida
corporal, en vano se hubiera revestido de nuestra carne. “Subió a la barca-dice
el Evangelio– y atravesó el lago”. El Creador y el Señor del Universo, cuando
se hubo reducido por nosotros a las estrecheces de nuestra carne, empezó a
tener una patria terrenal, hízose ciudadano judío, y aquel de quien todos los
padres han recibido la existencia comenzó a tener padres propios. Hizo todo esto a fin de inventar por
el amor, atraer por la caridad, ganar por el afecto y persuadir por la bondad,
a los que habrían retraído la autoridad, dispersado el temor y alejado el rigor
del poder.