martes, 8 de septiembre de 2015

ORACIÓN A LA CONCEPCIÓN Y NATIVIDAD DE LA VIRGEN. Oración de San Juan Damasceno


ORACIÓN A LA CONCEPCIÓN Y NATIVIDAD DE LA VIRGEN. 
Oración de San Juan Damasceno
Hoy el trono de Jessé ha producido un vástago, sobre el que se extenderá por el mundo una flor divina. Hoy, el que había en otro tiempo hecho subir las aguas al firmamento creado sobre la tierra, de una sustancia terrestre, ha hecho un cielo nuevo; y este cielo es mucho más bello y más divino que el otro, pues de él nacerá el Sol de justicia, Aquel que ha creado el otro sol...

¡Qué de milagros se reúnen en esta niña y qué de alianzas se hacen en Ella! Hija de la esterilidad, Ella será la virginidad que da a luz. En Ella se consumará la unión de la divinidad con la humanidad, de la impasibilidad con el sufrimiento, de la vida con la muerte, para que todo lo que estaba mal sea vencido por lo bueno. ¡Oh hija de Adán y Madre de Dios! ¡Y todo esto ha sido hecho por mí, Señor! Tan grande era vuestro amor por mí que habéis querido, no asegurar mi salvación gracias a los ángeles o cualquier otra criatura, sino restaurar por Vos mismo lo que Vos mismo habíais creado en el principio. Es por lo que yo me estremezco de alegría y estoy lleno de orgullo y, en mi alegría, me vuelvo hacia la fuente de estas maravillas, y, llevado por las olas de mi alegría, tomaré la cítara del Espíritu para cantar los himnos divinos de este nacimiento...
Hoy, el Creador de todas las cosas, el Verbo de Dios, compone un libro nuevo brotado del corazón de su Padre, y que escribe por el Espíritu Santo, que es la lengua de Dios...
Oh Hija del rey David y Madre de Dios, Rey Universal. Oh divino y viviente objeto, cuya belleza ha encantado al Dios creador, Vos cuya alma está completamente sometida a la acción divina y atenta al único Dios; todos vuestros deseos tendieron hacia Aquel que es el único que merece que se le busque y que es digno de amor;Vos no tenéis cólera más que para el pecado y para su autor. Vos tendréis una vida superior a la naturaleza, pero no la tendréis para Vos; Vos no habéis sido creada para Vos. Vos os habéis consagrado por entero a Dios que os ha introducido en el mundo, a fin de servir a la salvación del género humano, con el fin de cumplir el designio de Dios, la Encarnación de su Hijo y la deificación del género humano. Vuestro corazón se alimentará de las palabras de Dios: ellas os fecundarán, como el olivo fértil en la casa de Dios, como el árbol plantado al borde de las aguas vivas del Espíritu, como el árbol de la vida, que ha dado su fruto en el tiempo fijado: el Dios en carnado, la vida de todas las cosas. Vuestros pensamientos no tendrán otro objeto que lo que aprovecha al alma, y toda idea no solamente perniciosa, sino inútil, Vos la echaréis incluso antes de sentir su sabor.
Vuestros ojos estarán siempre vueltos hacia el Señor, hacia la luz eterna inaccesible; vuestros oídos atentos a las palabras divinas y a los sones del arpa del Espíritu por quien el Verbo ha venido a asumir vuestra carne... Vuestros labios alabarán al Señor siempre unido a los labios de Dios. Vuestra boca saboreará las palabras y gozará de su divina suavidad. Vuestro purísimo corazón limpio de toda mancha verá siempre al Dios de toda pureza, y se quemará en deseos por El. Vuestro seno será la morada del que ningún lugar puede contener. Vuestra leche alimentará a Dios, en el pequeño Jesús Vos sois la puerta de Dios, deslumbrante de una perpetua virginidad. Vuestras manos llevarán a Dios, y vuestras rodillas serán para El, un trono más sublime que el de los querubines... Vuestros pies, conducidos por la luz de la ley divina, siguiéndole en un camino sin rodeos, os arrastrarán hasta la posesión del bienamado. Vos sois el templo del Espíritu Santo, la ciudad del Dios vivo que alegrarán los ríos abundantes, los ríos santos de la gracia divina. Vos sois totalmente bella, totalmente próxima a Dios; dominadora de los querubines, más alta que los serafines y la más próxima a Dios.
Salve, María, dulce niña de Ana; el amor de nuevo me conduce hasta Vos. ¿Cómo describir vuestro andar lleno de serenidad? ¿Vuestro vestir? ¿El encanto de vuestro rostro? ¿Esta sabiduría que da la edad, unida a la juventud del cuerpo? Vuestro vestido estuvo lleno de modestia, sin lujo y sin ostentación. Vuestro andar tranquilo, y sin precipitación. Vuestra conducta, moderada, y alegre, y discreta, como se ve al contemplar ese temor que Vos experimentásteis ante la visita insólita del ángel; Vos fuisteis sumisa y dócil a vuestros padres; vuestra alma era humilde en medio de las más sublimes contemplaciones. Vuestra palabra agradable mostraba la dulzura del alma. ¿Qué morada hubiese sido más digna de Dios? Es justo que todas las naciones os proclamen bienaventurada, insigne honor del género humano. Vos sois la gloria del sacerdote, la esperanza de los cristianos, la planta fecunda de la virginidad. Por Vos se ha esparcido por todas partes el honor de la virginidad. Que los que os reconocen por Madre de Dios sean benditos...
Oh Vos, que sois la hija y la dueña de Joaquín y de Ana, acoged la oración de vuestro pobre siervo, que no es más que un pecador y que, sin embargo, os ama ardientemente y os honra, y que quiere encontrar en Vos la única esperanza de su dicha, la guía de su vida, la reconciliación con vuestro Hijo y la garantía cierta de su salvación. Libradme del peso de mis pecados, disipad las tinieblas que rodean mi espíritu, desembarazadme de mi espeso barro, reprimid las tentaciones, gobernad dichosamente mi vida, a fin de que sea conducido por Vos a la felicidad celeste, y conceded la paz al mundo. A todos los fieles de esta ciudad, dadles la alegría perfecta y la salvación eterna, por las oraciones de vuestros padres y de toda la Iglesia.