ALEGRARSE DEL
BIEN DE LOS HERMANOS
Si no es por falta de humildad y de caridad, ¿cómo podemos dejarnos de
alegrar de que Dios conceda estas gracias a un hermano nuestro? ¿Acaso es
obstáculo que las conceda a un hermano para que nos las de a nosotros? ¿Cómo no
alegrarnos de que manifieste sus grandezas sea a quien sea? (I M 1, 3).