viernes, 23 de febrero de 2024

"LEVÁNTATE, TOMA TU LECHO, Y ANDA". Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 


"LEVÁNTATE, TOMA TU LECHO, Y ANDA". Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 

VIERNES DE LAS TÉMPORAS DE CUARESMA

 

Comentarios al Evangelio

de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 

Juan 5, 01-13      

Después de estas cosas, era el día de fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y en Jerusalén está la Piscina Probática, que en hebreo se llama Betsaida, la cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía grande muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando el movimiento del agua. Porque un ángel del Señor descendía en cierto tiempo a la piscina, y se movía el agua. Y el que primero entraba en la piscina, después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y estaba allí un hombre que había treinta y ocho años que estaba enfermo. Y cuando Jesús vio que yacía aquel hombre, y conoció que estaba ya de mucho tiempo, le dijo: "¿Quieres ser sano?" El enfermo le respondió: "Señor; no tengo hombre que me meta en la piscina cuando el agua fuere revuelta, porque entretanto que yo voy, otro entra antes que yo". Jesús le dijo: "Levántate, toma tu lecho, y anda". Y luego fue sano aquel hombre, y tomó su camilla y caminaba. Y era sábado aquel día. Dijeron entonces los judíos al hombre que había sido sanado: "Sábado es, y no te es lícito llevar tu camilla". Les respondió: "Aquél que me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda". Entonces le preguntaron ¿quién es aquel hombre que te dijo toma tu camilla y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús se había retirado del tropel de gente que había en aquel lugar. (vv. 1-13)
 

San Agustín. De cons. evang 4, 10

Después del milagro que hizo Jesús en Galilea, volvió a Jerusalén. Por esto dice: "Después de estas cosas, era el día de fiesta", etc.
 

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 35

Según mi parecer, era el día de la fiesta de Pentecostés 1. Subió Jesús a Jerusalén, como siempre en los días de las fiestas, para que los judíos, viendo que las celebraba con ellos, no lo considerasen como enemigo de la Ley. Y por esta razón podría atraer a la multitud sencilla por medio de milagros y de enseñanzas, especialmente en los días de fiesta, que era cuando concurrían y se ponían cerca de El.

Prosigue: "Y en Jerusalén está la Piscina Probática", etc.
 

Alcuino

Probaton quiere decir oveja, luego Piscina Probática significa de los ganados. Era allí en donde los sacerdotes lavaban los cuerpos de las víctimas 2.
 

Crisóstomo, ut supra

Convenía, por tanto, que se diese a conocer el bautismo, limpiando de los pecados, cuya imagen quedó representada en la piscina, así como de otras maneras. Primeramente dio el Señor el agua que limpia las inmundicias de los cuerpos y las maldades que, aunque no existen en realidad, se cree que existen, como son las que provienen de los cadáveres corruptos y de la lepra, y que se consideran como contagiosas. Además, hizo que pudiesen curarse varias enfermedades por medio del agua. Por esto sigue: "En estos yacía grande multitud de enfermos", etc. Y queriendo el Señor llevar consigo la gracia del bautismo, no sólo cura los pecados, sino que también las enfermedades. Y así como los ministros que están cerca del rey son más estimados que los que están lejos, así acontece también en los milagros. Mas no curaba sencillamente con el sólo tacto de las aguas -aun cuando esto siempre sucedía-, sino por medio de la bajada de un ángel. Por esto sigue: "Porque un ángel del Señor descendía en cierto tiempo a la piscina, y se movía el agua". Así sucede en los bautizados, que no es el agua únicamente la que opera, sino que cuando recibe la gracia del Espíritu Santo, entonces es cuando purifica todos los pecados. Cuando bajaba el ángel, movía el agua y le comunicaba la virtud de sanar, para que sepan los judíos que con mucha mayor razón el Señor de los ángeles podría curar todas las enfermedades del alma. Pero allí la enfermedad era un obstáculo para el que deseaba curarse, pues añade: "y el que primero entraba en la piscina, después del movimiento del agua, quedaba sano", etc. Pero ahora todos pueden acercarse al bautismo, porque no es un ángel quien mueve las aguas, sino el Señor de los ángeles, que todo lo hace. Y aun cuando vengan los hombres de todo el mundo, la gracia no se consume, sino que se conserva igual; y así como los rayos del sol alumbran todo el día y no se consumen ni disminuye su luz porque alcance a muchos, así la acción del Espíritu Santo mucho menos disminuye en los que la reciben, por grande que sea la multitud de aquéllos sobre quienes descansa. Y solamente se curaba uno después del movimiento de las aguas, para que aprendiesen que con el agua se curaban las enfermedades del cuerpo. De esta forma, ejercitados por mucho tiempo, creerían también que por medio del agua se pueden curar las enfermedades del alma.
 

San Agustín, in Ioannem trat. 17

Es mucho más el que Jesucristo curase las enfermedades de las almas, que el que sanase las enfermedades de los cuerpos que habrían de morir. Pero como esta alma no conocía a Aquél por quien habría de ser curada, y como tenía los ojos de la carne para ver las cosas corporales, y aún no tenía sanos los ojos del alma para que pudiese conocer a Dios -aunque oculto-; hizo lo que podía ser visto para que se curase lo que no podía verse. Entró en aquel lugar en donde había muchos enfermos, y de ellos eligió uno para curarlo. Acerca de esto, prosigue: "Y estaba allí un hombre", etc.
 

Crisóstomo, in Ioannem hom. 36

No le cura en seguida en cuanto entra, sino que primero se le hace amigo y, por medio de preguntas, le presenta el camino de la fe, que habría de tomar después. Y no prueba su fe, como lo hizo respecto de los ciegos, cuando les decía: "¿Creéis que yo puedo hacer esto?" ( Mt 9,28). Porque éste aún no lo conocía claramente. Unos conocían su poder en otras cosas y oían esto muy convenientemente, pero a otros, que aun no lo conocían sino que lo harían por medio de sus signos, se les preguntó acerca de su fe después de ocurrido el milagro. Por esto sigue: "Y cuando Jesús vio que yacía aquel hombre y conoció que estaba ya hace mucho tiempo", etc. No le pregunta esto para saberlo, porque esto sería innecesario, sino para dar a conocer la paciencia del hombre en el espacio de treinta y ocho años y que todos los años acudía esperando quedar libre de su enfermedad, y para que conozcamos también la razón por qué, prescindiendo de los demás, se fijó en éste. Y no dice "si quieres, te curaré", porque aun no esperaba cosa grande de Jesucristo. Y no se turbó por la pregunta, ni dijo: has venido a injuriarme, cuando me preguntas si quiero ser sano, sino que le responde con mansedumbre. Por esto sigue: "El enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre", etc. No había conocido quién era el que preguntaba, ni que podría curarle; únicamente creía que Jesucristo serviría para introducirle en el agua. Pero el Señor le manifestó que todo podía hacerlo con su palabra. Por esto sigue: "Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda".
 

San Agustín, ut supra

Le dijo tres cosas, pero el decir "levántate" no fue mandato de obra, sino ejecución de la curación. Ya una vez sano, le mandó dos cosas: "Toma tu lecho, y anda".
 

Crisóstomo, ut supra

Véase aquí la superabundancia de la sabiduría divina, que no sólo cura, sino que le manda llevar el lecho, para que se vea que era verdadero el milagro y para que ninguno creyese que era falso lo que había sucedido. Porque si los miembros no estuviesen bien fuertes, no hubiesen podido llevar el lecho. Mas como oyese el enfermo que le había dicho con cierto poder y como mandándole "Levántate, toma tu lecho", no se burló diciendo: únicamente se cura uno solo cuando el ángel baja y mueve el agua, pero tú que no eres más que hombre, ¿esperas que con sólo tu mandato habrás de poder más que un ángel?; sino que en cuanto lo oyó no dejó de creer al que lo mandó y se curó. Por esto sigue: "Y luego fue sano aquel hombre", etc.
 

Beda

Hay mucha diferencia entre la salud que concede el Señor y la que se obtiene por medio de los médicos. Y ahora sucede así, porque la de éstos generalmente necesita mucho tiempo para llegar a su perfección.
 

Crisóstomo, ut supra

Y si esto es admirable, lo que sigue es mucho más. Porque al principio, en verdad, cuando nadie molestaba, no era tan difícil creer como cuando ensañándose y acusándole los judíos obedeció a Jesucristo. Por esto sigue el Evangelista diciendo: "Y era sábado aquel día. Decían, pues, los judíos a aquel hombre que había sido curado", etc.
 

San Agustín, in Ioannem trat. 17

No vituperaban al Señor porque lo había curado en sábado, puesto que hubiera podido responderles, que si el asno de cualquiera de ellos hubiese caído en un pozo, lo hubieran sacado y lo hubieran librado, a pesar de ser día de sábado. Pero al que llevaba su lecho le decían que si su curación no había de retardarse, ¿qué necesidad tenía de cumplir inmediatamente lo que le había mandado? Pero él oponía el autor de su curación a los que le calumniaban. Por esto sigue: "Les respondió: aquél que me sanó, me dijo: toma tu camilla, y anda"; como diciendo: ¿por qué no he de obedecer lo que me manda aquél que me ha curado?
 

Crisóstomo, ut supra

Además, si hubiese querido contestar mal, pudo haber dicho: si hay culpa, acusad a aquél que lo mandó. Pero también hubiese ocultado la curación, porque sabía que a ellos no les molestaba por la profanación del sábado, sino por la curación de la enfermedad. Así es que no la ocultó ni pidió perdón, sino que con voz clara confesó el beneficio recibido, a pesar de que aquéllos preguntaban con malicia. Por esto sigue: "Entonces le preguntaron: ¿quién es el hombre que te dijo: toma tu camilla y anda?" No le dicen: ¿quién es el que te ha curado?, sino que le recriminan, considerando aquello como una infracción de la Ley. Prosigue: "Y el que había sido sanado, no sabía quién era, porque Jesús se había retirado del gentío que había en aquel lugar". Se había retirado, en primer lugar porque estando ausente, su testimonio no era sospechoso; y el que había alcanzado la salud era buen testigo del beneficio recibido. En segundo lugar para que no se enconase más el furor de los judíos, pues la sola presencia de aquél a quien se envidia enciende gran hoguera. Y por eso, alejándose, les permitió que examinaran el milagro por sí mismos. Otros creían que este paralítico es aquél de quien habla San Mateo ( Mt 9), pero no lo es, porque aquél tenía muchos que le cuidasen y le llevasen, mas éste no tenía a nadie. Además, el lugar donde se encontraba era diferente.
 

San Agustín, ut supra

Si consideramos con corazón mezquino y humano ingenio al que hace este milagro, nos parecerá que en cuanto a su poder no hizo cosa grande, y que era poco para mostrar su benignidad. Tantos estaban tendidos, y sólo fue curado uno, siendo así que con una palabra pudo curarlos a todos. ¿Cómo, pues, debe entenderse esto, sino porque aquel poder y aquella bondad se esforzaba más por la salud eterna del alma, que por la curación material que necesitaban los cuerpos. En aquellos milagros, pues, todo lo que se curaba en los miembros corporales, al final desapareció, mas el alma que creyó pasó a la vida eterna. Aquella piscina y aquella agua me parece que indicaban al pueblo de los judíos, porque con el nombre de aguas son significados pueblos según el Apocalipsis de San Juan ( Ap 17,15).
 

Beda

Se cita muy oportunamente que aquella piscina era Probática, porque aquel pueblo se designaba con el nombre de oveja, como se dice en el salmo 94 ( Sal 94,17): "Nosotros somos tu pueblo, y oveja de tu rebaño".
 

San Agustín, ut supra

Mas aquella agua, esto es, aquel pueblo, estaba aprisionado, como por cinco puertas, por los cinco libros de Moisés. Pero aquellos libros estaban ya lánguidos y no curaban, porque la Ley convencía a los que pecaban, pero no los absolvía.
 

Beda

Finalmente, muchas clases de enfermos se encontraban tendidos alrededor de la piscina, a saber: los ciegos, que carecen de la luz de la ciencia; los cojos, que no tienen fuerza para cumplir lo que se les manda; y los tullidos, que carecen de las riquezas del amor de Dios.
 

San Agustín, ut supra

Mas vino Jesucristo al pueblo de los judíos, y haciendo cosas grandes y enseñando cosas útiles, turbó con su presencia a los pecadores (esto es, el agua), y los levantó hasta el conocimiento de su pasión. Pero los turbó ocultándose; porque si lo hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria ( 1Cor 2,8). Mas de repente el agua se veía turbada, y no se veía quién la movía. Bajar al agua una vez movida, es tanto como creer humildemente en la pasión del Señor. Mas allí se salvaba uno solo, dando a conocer la unidad de la Iglesia. Después, ninguno de los que llegaban se curaba, porque todo el que estaba fuera de la unidad, no podía curarse. ¡Ah de aquéllos que aborrecen la unidad y dividen en partes (esto es, en sectas), a los hombres! Permanecía, pues, treinta y ocho años en su enfermedad aquél que fue curado, mas este número corresponde más bien a la enfermedad que a la salud. El número cuarenta se nos presenta como significando cierta perfección. La Ley está dividida en diez preceptos, y como había de predicarse por todo el mundo, que se considera dividido en cuatro partes, el número diez, multiplicado por cuatro, forma el número cuarenta. Y la Ley se cumplió por medio del Evangelio, que se compone de cuatro libros. Por tanto, si el número cuarenta lleva consigo la perfección de la Ley, y si la Ley no se cumple sino por medio de los dos preceptos de caridad, ¿por qué nos admiramos que estuviese lánguido el que no llegaba a cuarenta y le faltaban dos años? Le era necesario un hombre para que le curase. Mas aquel hombre, que es Dios, porque lo encontró caído por falta de dos años, completó lo que tenía de menos, mandándole dos cosas. Porque en los dos preceptos del Señor se encuentran los dos mandamientos de caridad, esto es, el amor de Dios y del prójimo. Y en realidad el amor de Dios es el primero según se manda, aunque el amor del prójimo es lo primero que se ejecuta. Dice pues: "Toma tu lecho", como si le dijera: cuando estabas lánguido te llevaba tu prójimo, mas ahora has sido curado y debes llevar tú al prójimo. Le dice también: "Anda", pero ¿por dónde caminas si no te diriges al Señor tu Dios?
 

Beda

¿Qué quiere decir levántate y anda, sino, levántate de la tibieza y la pereza en que estabas tendido y aprende el modo de adelantar en las buenas obras? Toma tu lecho, esto es, a tu prójimo y llévalo con paciencia.
 

San Agustín, ut supra

Lleva, pues, a aquél con quien andas, para que puedas llegar a aquél en quien deseas descansar. Mas aquél aún no había conocido a Jesús, pero nosotros creemos en El a pesar de que no le vemos. Y para que no sea visto se sale de entre las multitudes. Dios se deja conocer en cierto silencio de intención, pero la turba siempre lleva consigo el ruido, y este acto de verle necesita silencio.
 

Notas

1. Pentecostés, del griego penthkosthV , nombre derivado del numeral penthkonta , cincuenta, con el cual se designaba la fiesta de las primicias, o fiesta de las semanas, que se celebraba cincuenta días después de la pascua. Originalmente era una fiesta agraria para dar acción de gracias por la cosecha y ofrecer sus primicias.

2. Del griego, epi th probatikh kolumbhqra , piscina sobre la (puerta) probática. Se refiere a la piscina de Betzatá - casa de olivos - o Betesda - casa de la misericordia -, que quedaba cerca a la puerta probática - de las ovejas -, en la muralla septentrional de Jerusalén.

               

14-18          Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: "Mira, que ya estás sano: no quieras pecar más, porque no te acontezca alguna cosa peor". Fue aquel hombre y dijo a los judíos que Jesús era el que le había sanado. Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Y Jesús les respondió: "Mi Padre obra hasta ahora, y yo obro". Y por esto los judíos tanto más procuraban matarlo: porque no solamente quebrantaba el sábado, sino porque también decía que era Dios su Padre, haciéndose igual a Dios. (vv. 14-18)
 

Crisóstomo, in Ioannem hom. 37

Una vez curado aquel hombre, no se mezcla en los negocios, ni se entrega a las pasiones ni a la vanagloria, sino que se queda en el templo, lo cual es signo de gran religiosidad. Por esto dice: "Después le halló Jesús en el templo".
 

San Agustín, in Ioannem trat. 17

El Señor, esto es, Jesús, le veía tanto entre las multitudes como en el templo. Mas aquel enfermo, que no conocía a Jesús entre las multitudes, le conoció en el templo, que era lugar sagrado.
 

Alcuino

Por lo tanto, si queremos conocer la gracia del Salvador, debemos venir a verle, huyendo de la turba de nuestros malos pensamientos y afectos. Debemos prescindir también de la unión con los malos y debemos acogernos al templo, para que así aprendamos a convertirnos en templo de Dios, y el Señor nos visite y se digne habitar en nosotros.

Prosigue: "Y le dijo: mira, que ya estás sano; no quieras pecar más, porque no te suceda alguna cosa peor".
 

Crisóstomo, ut supra

En estas palabras conocemos que aquella enfermedad le había venido por sus pecados. Porque muchas veces sucede que tenemos el alma enferma y no lo sentimos, pero en cuanto experimentamos una pequeña lesión en el cuerpo, hacemos los mayores esfuerzos por librarlo de aquella enfermedad. Además, el Señor permite muchas veces que el cuerpo sufra por lo que peca el alma. En segundo lugar, aprendemos que es verdad lo que se dice respecto del infierno, y en tercer lugar, que el castigo que allí se sufre es largo y no tiene fin. Pero dicen algunos: ¿por qué cuando peco por poco tiempo he de ser atormentado para siempre? Pero éste, según vemos, estaba atormentado mucho tiempo por sus pecados, en atención a que los pecados no se juzgan según el tiempo que se emplea en cometerlos, sino según la naturaleza de ellos. En todo esto aprendemos también que si sufrimos grande castigo por los primeros pecados y después volvemos a caer en los mismos, sufriremos castigos mayores. Y esto es muy justo, el que no se enmienda por los castigos, se hace incorregible en adelante, y como todo lo desprecia, es atormentado en mayor escala. Por tanto, si no sufrimos aquí lo que debemos por nuestros pecados, no confiemos. El no padecer aquí por sus pecados, es señal de mayor castigo en la eternidad. Porque no todas las enfermedades provienen de los pecados, sino que unas provienen de la dejadez y otras se permiten para probarnos, como le sucedió a Job. Pero ¿por qué Jesucristo no le dijo algo a este paralítico, respecto de sus pecados? Algunos, queriendo vituperar al paralítico, dicen que fue uno de los que acusaron a Jesucristo, y que por esto oyó estas palabras. ¿Y qué dicen del paralítico del cual se habla en San Mateo ( Mt 9,2)? Porque también se le dijo: se te perdonan tus pecados; pero Jesucristo no le reprende por lo pasado, sino que le prepara para el porvenir. Cuando curó a otros, no hizo mención de sus pecados, porque estos no padecían enfermedades por sus culpas, sino que, como otros, padecían alguna enfermedad natural. Pero por medio de éstos amonesta a los demás. Aparte de esto, también puede decirse que vio tanta paciencia en este paralítico, que podía sufrir la amonestación, y Jesús le amonestó. Pero le dio a conocer su propia divinidad, diciéndole "no peques más", en lo que le manifiesta que conoce todos los pecados que había cometido.
 

San Agustín, ut supra

Pero ahora, después que éste vio a Jesús y conoció que era quien le había curado, no fue perezoso en hablar de aquél a quien había visto. Por esto sigue: "Fue aquel hombre, y dijo a los judíos que Jesús era quien le había sanado".
 

Crisóstomo, ut supra

No sería tan insensible, que después de aquel gran beneficio y la advertencia que se le había hecho, habría de decir esto con mal fin. Porque si hubiese querido perjudicarle callándose respecto de la curación, únicamente hubiese hablado de la transgresión, pero no lo hizo así, porque no dijo que Jesús era el que le había dicho: "Toma tu lecho" (lo cual parecía culpable entre los judíos), sino que dijo: Jesús es quien me ha curado.
 

San Agustín, in Ioannem trat. 18

Así sucedía que el paralítico anunciaba a Jesús mientras que los judíos se enfurecían contra El. Sigue: "Por esta causa los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado". Es bien sabido que la transgresión cometida a los ojos de los judíos, no era la curación del cuerpo, sino la carga del lecho, que no les parecía fuese tan necesaria como la salud del cuerpo. Pero Jesús les había explicado el misterio del sábado y les había dicho que era una señal concedida a los judíos para que guardasen este día por cierto tiempo, pero que el cumplimiento de este mandato había concluido con su venida. Por esto sigue: "Y Jesús les respondió: Mi Padre obra hasta ahora, y yo obro". Pero se dice que Dios descansó por que ya no hizo ninguna otra criatura después de las que habían sido hechas. Por esto la Sagrada Escritura le llamó descanso, para advertirnos que después de las buenas obras debemos quedar tranquilos. Y así como Dios, después que hizo al hombre a su imagen y semejanza, y concluyó todas sus obras, que eran muy buenas, descansó en el día séptimo, del mismo modo nosotros no debemos esperar descanso hasta que volvamos a la semejanza de quien fuimos hechos (la cual perdimos por el pecado) haciendo buenas obras.
 

San Agustín, Super Genesim 4, 1

Puede decirse también, que el sábado fue guardado por los judíos como sombra del día que venía después. Era, pues, figura del descanso espiritual que Dios ofrece con el ejemplo misterioso de su descanso a todos los fieles que hacen buenas obras.
 

San Agustín, Super Ioannem

Vendrá el sábado cuando pasen seis edades, porque son seis los días del siglo, y entonces habrá de venir el descanso ofrecido a los santos.
 

San Agustín, Super Genesim, 4, 12

El misterio de este descanso ya lo demostró el mismo Jesús con su sepultura. Descansó precisamente en el mismo día de sábado en el sepulcro, después de haber concluido todas sus obras en el día sexto, cuando dijo ( Jn 19,30): "Todo está concluido". ¿Por qué llama la atención, pues, que Dios, queriendo también anunciar de este modo el día en que Jesús había de estar en el sepulcro, descansó de sus obras en un solo día? También puede entenderse que el Señor descansó de hacer toda clase de criaturas, porque ya en adelante no creó ningún género nuevo. Además sucede que en adelante y hasta nuestros tiempos y hasta el fin, hace toda clase de criaturas, pero de aquellas mismas clases que entonces fueron hechas. Por tanto, no concluyó en el día séptimo su poder para gobiernar el cielo y la tierra y todo lo que había creado. De ser así, todo se hubiera derrumbado en seguida, mas el poder del Creador es la causa por la que subsisten todas las criaturas, porque si en alguna época cesare de gobernar lo que había creado, también concluirían las clases de éstas, y toda naturaleza. Y así como sucede que cuando alguno construye una casa no la abandona en cuanto la concluye, porque si él deja de cuidarla se destruye, de la misma manera el mundo apenas puede subsistir un momento si Dios deja de gobernarle. Por esta razón dice el Señor: "Mi Padre obra hasta ahora", manifestando cierta continuación de su obra, con la que contiene y gobierna toda criatura. Porque de otro modo podría entenderse si dijera: y ahora obra, en lo cual no sería necesario entender que se refería a la continuación de lo que había creado; pero, por otra parte, nos obliga a comprender esto cuando dice: "Hasta ahora"; esto es, desde aquel tiempo en que trabajó, cuando hizo todas las cosas.