viernes, 9 de febrero de 2024

DÍA 9. NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

 


NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

 
En el nombre del Padre, y del Hijo
, y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor mío Jesucristo, Redentor amoroso de las almas, que te dignaste enviar a la tierra a tu Madre Inmaculada para que fuese la mensajera de tu misericordia, anunciando a los hombres la penitencia, me postro humilde a tus pies, e imploro con profundo arrepentimiento el perdón de mis innumerables culpas. Para comprender el precio de la gracia y el amor que te inspira un alma sin mancha, me basta contemplar la incomparable hermosura de la cual te dignaste revestir a tu Madre purísima. Por lo mucho que el pecado ofende a tu bondad infinita y por lo mucho que deseo amarte, me pesa, pues, de corazón por haberte ofendido y manchado mi alma creada a tu imagen y semejanza. Derrama, Señor, sobre mí tu misericordia; yo, ayudado con tu gracia, haré la penitencia que, en tu nombre, me pide tu Santísima Madre; me haré digno de tu perdón y mereceré la perseverancia en tu santo amor y servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

 

ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA TODOS LOS DÍAS

Al presentarme ante tu imagen sagrada, ¡oh Inmaculada y bondadosa Madre!, para honrarte en esta novena, bajo el nombre bendito de Virgen de Lourdes, cumplo con el deseo que manifestaste a todos tus hijos por medio de Bernardita, la hija predilecta de tu amor. Quisiste ver a las muchedumbres postradas a tus plantas y para atraerlas más eficazmente, nos hiciste entrever los esplendores del Cielo, mostrándote en toda la hermosura de tu eterna juventud. Como la paloma del Cantar de los Cantares, te asomaste a las aberturas de la piedra, a la Gruta de la montaña, y el mundo contempló admirado los reflejos de tu resplandeciente rostro y oyó los ecos de tu voz dulcísima. Confirmando con tu palabra venida del Cielo la palabra del Pontífice Supremo que acababa de proclamarte, a la faz de la tierra, Inmaculada en tu Concepción, llenaste su corazón de consuelo y al mundo Católico de júbilo. Las lágrimas y los gemidos de tus hijos, agobiados bajo el peso de sus miserias, llegaron hasta el trono de tu misericordia, y llevada de tu inmensa compasión, acudiste presurosa para sanar sus cuerpos y sus almas. Mandaste, y luego de la tierra dócil salió el agua benéfica y cristalina, cuya misteriosa virtud devuelve vista al ciego y palabra al mudo, vida a los miembros muertos, imagen sensible de la gracia que, pasando por tu Corazón, transforma y resucita a las almas.  
A tus pies vengo, pues, ¡oh Madre amante!, para escuchar tu voz, exponer mis necesidades y solicitar tus maternales favores. Bernardita era pura cuando se acercaba a la Gruta donde tú la atraías: yo, que soy criatura tan culpable, ¿me atreveré a acercarme al trono de la pureza que rodean los ángeles del Cielo? Tu bondad para con los pecadores me alienta, ¡oh María! Dadme luz, ¡oh Reina de la Sabiduría!, cúbreme con el manto de tu maternal protección, para que en esta novena comprenda tus enseñanzas, me someta a tus consejos, los practique con amor, aleje de mi alma la ira de Dios y merezca en cambio su gracia y su amor. Amén.

 

 

DÍA NOVENO – 10 DE FEBRERO

MEDITACIÓN:

LOURDES, TRONO

DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN 

El mundo había visto las maravillas acaecidas alrededor de la gruta; había sido testigo de los prodigios obrados por la visión; había contemplado los éxtasis de la pastorcilla; había visto brotar la fuente milagrosa; conocía los milagros producidos ya por sus saludables aguas, pero aunque en el corazón de los creyentes no cupiera duda alguna acerca del origen de tanta maravilla, nadie, ni aún la niña sabía a punto fijo quién era la Señora de la Visión.

El día 25 de marzo, Bernardita sintió un irresistible impulso hacia la gruta. Obedece dichosa y se traslada a Massabielle. Extraordinaria concurrencia la espera. La niña se pone en oración con su rosario en la mano y pronto un súbito estremecimiento y alteración de su rostro anuncian que la Virgen aparece. La niña se acuerda entonces que su cura le ha mandado preguntar su nombre a la Visión.

-“Señora, le dijo, ¿queréis tener la bondad de decirme quién sois?

Tres veces la pobre niña le hizo esta pregunta, pues a las dos primeras la Visión le contestaba con inefable sonrisa. A la tercera, elevando sus manos juntas a la altura del pecho, y alzando sus ojos al cielo, y envolviendo a la niña en arrobadora sonrisa contestó: “Soy la Inmaculada Concepción”. Al oír el párroco el relato de la niña lo comprendió todo. Ni él ni el pueblo cristiano se habían engañado, la Visión era Ella, la Virgen, la Madre de Dios. Esta aparición corona la obra de María en la gruta. En ninguna parte del mundo, María se ha aparecido con ese nombre; la gruta de Lourdes será el santuario privilegiado de la Virgen sin mancilla, escogido por Dios mismo para honrar este privilegio de su madre: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. 

En esta palabra tiene el cristiano toda su oración; ella encierra el secreto de todas sus esperanzas. Para honrar el privilegio de la Concepción Inmaculada, y por la virtud de la Inmaculada Concepción, brotan de las fuentes los milagros; y en la gracia de la Inmaculada Concepción hallan los pecadores las dulzuras de la misericordia, pues que la Concepción Inmaculada de María es el principio de esta Misericordia, siendo como lo es el principio de nuestra redención. Dichosos los templos encargados de custodiar este sagrado tesoro. ¡Dichosas las almas que hacen especial profesión de honrar con su devoción a la Santísima Virgen, bajo el nombre de Lourdes, en su Purísima Concepción! Dichosas más aún aquellas que para honrarla mejor privan a su cuerpo de todo placer carnal aún lícito, con el fin de imitar, en cuanto es dado a la pobre debilidad humana, la pureza Inmaculada de María. Estas almas, ángeles con cuerpo mortal, en la tierra recibirán las caricias maternales de María, y en el Cielo su pureza recibirá un aumento de gloria que sólo las almas puras tendrán la dicha de gozar.
   
Aquí se medita y se pide la gracia que se desea conseguir. En seguida se anuncian las intenciones generales: La Santa Iglesia, la Patria, los gobernadores eclesiásticos y civiles, la enseñanza católica, la salud de los enfermos, y la conversión de los pecadores.

 

v NUESTRA SEÑORA DE LOURDES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

v SALUD DE LOS ENFERMOS: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Glorias)

v REFUGIO DE LOS PECADORES: Ruega por nosotros. (Cinco Padrenuestros, con sus respectivas Avemarías y Gloria.

 

Oración del día noveno

¿Qué te diremos, ¡oh Virgen de Lourdes!, en recuerdo de ese día en que, mostrándote vestida de luz y de celestial esplendor, has revelado tu nombre y pronunciado estas palabras: Yo soy la Inmaculada Concepción”? ¿Qué decirte sino caer a tus pies y contemplar tu hermosura sin mancha, que ha encantado, desde la eternidad, al Corazón mismo del Dios Todopoderoso?

Viéndote, ¡oh María!, la más hermosa de las criaturas, la Trinidad Santa se ha conmovido en la profundidad inmutable de la eternidad, y de un polo al otro de los cielos infinitos ha resonado un grito de admiración, de respeto y de amor, una exclamación trina y una, la exclamación de Dios. Dios Padre ha dicho: “He ahí mi Hija”. Dios Espíritu Santo ha dicho: “He ahí mi Esposa”. Dios Hijo ha dicho: “He ahí mi Madre”.

También nosotros, ¡oh Inmaculada!, nosotros a quienes Jesús ha elegido por hermanos rescatándonos con el precio de su Sangre, nosotros que hemos sido encomendados a Ti al pie de la Cruz, también nos atrevemos a decirte con filial confianza: “Virgen María, tú eres nuestra Madre. ¡Ven pues a nuestro socorro! ¡Ven, Tú que has sido concebida sin pecado, que has vivido sin pecado y has muerto sin pecado! ¡Ven, Inocencia íntegra, a curar a la pobre raza humana cubierta enteramente de la lepra del mal. ¿Quién nos salvará, ¡oh María!, sino aquella que ha criado al Salvador? ¿Quién tendrá bastante compasión y ternura, sino nuestra Madre? ¿Quién tendrá bastante fuerza y poder sino la Hija de Dios, la Esposa de Dios, la Madre de Dios?”.

Inmaculada Concepción, Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros. Amén.

 

PRÁCTICA: En todos los acontecimientos de este día, buenos o malos, acudir a María pidiéndole sobre toda la gracia de imitar en cuanto sea posible, su pureza inmaculada.
   
GOZOS EN HONOR

A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
   
Virgen Santa Inmaculada,
De la Gruta misteriosa,
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Allá en las verdes riberas
Donde sus aguas de plata
El manso Gave desata
Dando vida, inspiración.
A la sombra de sus bosques
La humilde Lourdes reposa.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
De verduras tapizadas
Se levantan sus montañas
De cuyas ricas entrañas,
Con admirable primor,
Se desprende una ancha Gruta
Que cubre silvestre roca.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Hacia las faldas del monte
Subió un día Bernardita,
La aldeana de Dios bendita
Por sus gracias y candor,
A formar haces de leña
Que diera fuego a su choza.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Súbitamente a la Gruta
De luz un rayo ilumina,
Y en una aureola divina
Más esplendida que el sol,
La reina del Cielo y tierra
Su planta en la roca posa.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
“No temas, hija querida,
Levanta a mí tu mirada,
Soy María Inmaculada,
Soy la Madre de tu Dios
Por teatro elijo este sitio
De mi mano portentosa”.

Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Dijo la Virgen, y envuelta
Por los pliegues de una nube
Al Cielo de nuevo sube
Que a su paso se entreabrió:
La aldeana vuelve a la vida,
De placer su alma rebosa.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Al pie de esta misma Gruta,
Diez y ocho veces la aldeana
De la Virgen soberana
La vista recibió,
Otras tantas desafiando
Al malvado victoriosa.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Sellar quiso sus bondades
La Señora eternamente,
Con una límpida fuente
Que entre las rocas brotó,
Al contacto repentino
De la niña candorosa.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
En esas aguas del cielo
El hombre encuentra la vida,
Huye la muerte aterrada,
Calma el triste su dolor,
Y en los triunfos de María
La Iglesia Santa se goza.
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
El lejano peregrino
Va a postrarse ante esa roca
Donde el mundo entero invoca
Tu Divina Concepción.
¡Bendita seas, María!
Que de Dios eres Madre, Hija y Esposa.

Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.
   
Virgen Santa Inmaculada
De la Gruta Misteriosa,
Acoge, Madre piadosa
De tus hijos la oración.

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Acabo de recibir de tus labios divinos, ¡oh piadosa Madre!, las lecciones que das a la tierra por medio de tu gloriosa y misericordiosa aparición. Para probar tu misión divina a la tierra has multiplicado, como lo hizo tu hijo Jesús, los milagros a favor de los hombres, dando la vista a los ciegos, oído a los sordos; habla a los mudos y salud completa a los enfermos agobiados por toda clase de dolor.

En estos enfermos, ¡oh Madre piadosa!, reconozco las dolencias de mi alma que tú has venido a sanar. En su ceguedad, ¡oh María!, mi alma se ha extraviado del camino del bien. En su sordera, ha desentendido la voz de Dios que la llamaba atrayéndola con las caricias de su gracia. En su mudez, ha dejado de alabar a Dios por sus grandezas y beneficios y agobiada por sus múltiples enfermedades, ha dejado de practicar el bien y la virtud. ¡Oh María, refugio de los pecadores y salud de los enfermos!, sana mi alma de las enfermedades que la aquejan. Guíame sin cesar por el camino del bien, haz que mi alma oiga siempre la voz de Dios y no la desatienda jamás, y que cante siempre sus alabanzas; líbrala de todas las enfermedades que la agobian, para que libre del peso de la tentación y del pecado, siga tus huellas, imite tus virtudes y te acompañe en tu vuelo hacia la patria feliz. Así sea.

   

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.