domingo, 26 de diciembre de 2021

26 de diciembre. San Esteban, protomártir.

 

 

26 de Diciembre: San Esteban, protomártir.


Sermón de San Fulgencio, Obispo.

Sermón 3 de San Esteban, cerca del principio.

Ayer celebramos el nacimiento temporal del Rey eterno; hoy celebramos el martirio glorioso del soldado. Ayer nuestro Rey revestido de carne mortal, saliendo del seno virginal, se dignó visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo de la tienda del cuerpo, triunfante partió para el cielo. Aquél, conservando la majestad de su Deidad eterna y revistiéndose de la carne servil, entró en el campo de este mundo para pelear; éste, depuesto el vestido del cuerpo corruptible, subió al palacio del cielo para reinar eternamente. Aquél descendió revestido de carne; éste sube enrojecido con la sangre.


Este sube apedreándole los Judíos, porque aquél descendió alegrándose los Ángeles. Gloria a Dios en las alturas, ayer los santos Ángeles gozosos cantaron; hoy alegres reciben en su compañía a Esteban. Ayer el Señor salió del seno de la Virgen; hoy el soldado sale de la cárcel de la carne. Ayer Cristo por nosotros fue envuelto en pañales; hoy Esteban es revestido con estola de inmortalidad. Ayer la estrechez del pesebre albergó a Cristo infante; hoy la inmensidad del cielo recibe a Esteban vencedor. El Señor descendió solo, para elevar a muchos; se humilló nuestro Rey para ensalzar a sus soldados.


Mas nos es necesario, hermanos, conocer de qué armas estaba provisto Esteban para triunfar de la crueldad de los Judíos, para que así gloriosamente pudiera ser vencedor. Para conseguir Esteban la corona que su mismo nombre significa, tenía por arma la caridad, y con ella vencía en todas partes. Dotado del amor de Dios, no sucumbió a la persecución de los Judíos; por caridad hacia el prójimo, rogó por los que le apedreaban. Por caridad argüía a los que andaban extraviados a fin de que se enmendaran; por caridad rogaba por los apedreadores, para que no fueran castigados. Sostenido por la caridad, venció a Saulo que le perseguía cruelmente. Y al que tuvo por perseguidor en la tierra, mereció tenerle por compañero en el cielo.


Oremos.

Concédenos, Señor, imitar las virtudes de San Esteban, cuya entrada en la gloria celebramos; y, así como él supo rogar por sus mismos perseguidores, sepamos nosotros amar a nuestros enemigos.

Que vive y reina en unión del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

R. Amén.