viernes, 17 de diciembre de 2021

2. Jornadas de la Virgen con san José a Belén. San Enrique de Ossó

SEGUNDA JORNADA

LAS JORNADAS DE LA VIRGEN CON SAN JOSÉ DESDE NAZARET A BELÉN

Con san Enrique de Ossó

 

 

Por la señal…

Oración al Niño Dios

Señor mío Jesucristo, Verbo eterno encarnado en las purísimas entrañas de la Virgen María, el amor que me tienes te ha hecho descender del seno del eterno Padre al seno de una Virgen, del seno de una Virgen a un pesebre, de un pesebre a una cruz, y de una cruz al sepulcro, para subirte otra vez al cielo. Ruégote por este tu infinito amor me perdones todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y vengas a morar en mi pecho y reclinar tu cabeza y descansar en él. No repares, divino Niño, que mi pecho haya sido cueva de basiliscos, pues he pecado; sino mira a los deseos de mi corazón y a las lágrimas de mis ojos, que te aclaman por su salvador y pretenden consolarte y acompañarte en estas jornadas de dolor, para merecer que Tú me acompañes con tu gracia en las jornadas de este miserable destierro hasta llegar a la última jornada de la gloria. Amén.

 

Oración a la Virgen Santísima

Virgen María, que estando encinta emprendéis con vuestro castísimo esposo san José las jornadas de Nazaret a Belén con suma pobreza y en el rigor del invierno, por cumplir con el mandato del César; os ruego, Madre clemente, admitáis mi ruin compañía, pues me ofrezco a acompañaros como criado, siervo y esclavo vuestro en tan penoso viaje. Mandad y disponed de mí y de todas mis cosas como cosa y posesión vuestra, porque mi mayor gusto y mi más constante anhelo es vivir y morir en vuestro servicio, ser vuestro paje y esclavo con mi padre y señor san José. Amén.

 

Oración a san José

Pacientísimo san José, esposo, ayuda y consolador de la Virgen María, reina de los cielos y Madre de Dios, en todos sus grandes trabajos, y muy especialmente en estas ocho jornadas; ruégoos humilde me concedáis piadoso el asociarme a vuestra compañía para regalar con vos a vuestra santísima esposa y Madre mía María. Mirad en qué puedo seros útil con mis servicios, pobres y cortos; pero no lo es el corazón, que desearía daros albergue en él por suplir el desamor y desvío de los hombres. Mandad, que vuestro siervo escucha… Tan solo os pido me alcancéis de Jesús y María el que sea feliz mi jornada del tiempo a la eternidad, y goce, por fin, de su compañía en la gloria. Amén.

 

Se lee el texto de cada día.

 

SEGUNDA JORNADA

Del monte Tabor a la ciudad de Naím

 

Composición de lugar. Contempla a María, tierna y delicada Virgen de diez y seis años, encinta del Hijo de Dios, montada sobre un jumentillo acompañada de san José, que le sirve de paje y guía, en lo más frío del invierno. Mira el camino, unas veces llano, otras montañoso, pero siempre escabroso y pesado por las nieves, lluvias, frío y viento. Contempla a san José cargado con el fardito de ropa del divino Infante, consolando a María y guiando el jumentillo del diestro por los pasos más seguros y veredas más suaves.

 

MEDITACIÓN

Contempla, alma mía, cómo los santos peregrinos se dirigen del monte Tabor a la ciudad de Naím, donde el Niño Jesús había de resucitar al hijo de la pobre viuda en los años de su predicación… ¡Cuántos trabajos de fríos y lluvias y viento! Y por fin de su jornada no hallan casa donde poder guarecerse, y se ven obligados, después del cansancio del camino, a quedarse en un rincón del portal… ¡Cuánto padecería san José por el desabrigo y penalidades de su esposa! ¡Cuánto se dolería de la dureza de aquellos corazones ingratos!... ¡Ah! ¡Si conocieseis el don de Dios! exclamaría en su corazón al oír los desprecios y burlas de aquellas gentes. ¡Pobre María! ¡Pobre José! No merecéis este trato; mas ya lo entiendo: veníais a darnos ejemplo, y por esto debíais padecer con Jesús y por Jesús. ¡Ojalá sepa yo imitaros dignamente!

 

Coloquios y súplicas

¡Cuántas veces, dulcísima María, no he querido abrir las puertas de mi corazón a Jesús, que me llamaba con su gracia! ¡Cuántas he contristado vuestro corazón maternal por despreciar los silbos amorosos del buen Pastor! ¡Cuántas!, ¡ay! le he despedido con burlas y desprecios del hogar de mi pecho, mesón público de todos los vicios! Perdón, Madre mía, perdón; no vuelva a pecar más, y sea mi pecho lecho florido donde descanse el buen Jesús. Santísimo patriarca, aposentador real de la reina de los cielos, rogad a Jesús y a María por mí, para que me perdonen y salven eternamente. Amén.

 

Obsequio. Haz una buena confesión y fervorosa Comunión en desagravio de las ofensas que has hecho a Jesús, María y José.

 

Jaculatoria. Jesús, José y María no desechéis al que en vosotros confía.

 

Se termina con la siguiente oración:

 

FELICITACIÓN

AL NIÑO JESÚS RECIÉN NACIDO

Yo os felicito y doy la enhorabuena y os doy gracias infinitas, oh mi Niño Jesús, por haber venido al mundo a salvarnos del cautiverio del pecado, y a restablecer la paz entre Dios y los hombres. Yo os felicito, porque descendéis del cielo a un pesebre para abrirnos las puertas del cielo, cerradas por la culpa. Yo os felicito, alabo, honro y os glorifico, porque bajáis del cielo a la tierra, como buen Pastor, para guiarnos, ovejas descarriadas, a vuestro celestial aprisco. Yo os amo y os adoro, Niño Jesús mío, con todo mi corazón, y os doy cuanto tengo y valgo. ¿Qué más queréis de mí? ¡Oh! Yo sí quiero de vos, Niño adorado, que me deis como rico aguinaldo en vuestras Pascuas de Navidad una centella de aquel divino fuego que habéis venido a meter en la tierra, ya que no deseáis otra cosa sino que arda en vuestro amor.

¡Oh fuego que siempre ardes, abrásame!

¡Oh brasa de amor divino, enciéndeme!

¡Oh incendio e infierno de amor divino, consúmeme y mándame ir a Ti, vivir por Ti, suspirar por Ti y morir de amor por Ti! Amén, Jesús.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.