DÍA 5. SANGRE DE CRISTO, SANGRE DE LA VIRGEN MARÍA
Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:
ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS
de San Alberto Magno
Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.
Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.
Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...
Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.
Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.
1. Sangre de Cristo, Sangre de la Virgen María
La sangre de Jesús y toda su realidad corporal tienen su origen en María que por la acción del Espíritu Santo concibió en sus entrañas al Hijo de Dios. Con ello, no podemos decir que materialmente la sangre de Jesús es la misma que la sangre de María, pero sabemos la unidad que existe entre toda madre y su hijo desde el momento de la concepción. Esta unidad tan estrecha se da de forma única entre Jesús y María, por la singularidad de sus personas, y a pesar del abismo infinito que les separa: Jesús es Dios hecho hombre, y ella, criatura. San Juan Eudes para hablar de la unidad de voluntad de Jesús y María dirá que “no son dos corazones, sino un solo corazón” porque laten al unísono y ambos se mueven por un mismo amor: amor a Dios Padre sobre todas las cosas y amor a los hombres hasta entregarse por ellos.
La Virgen sufrió martirio místico y espiritual asociada a su Hijo en la cruz. Esa asociación es el motivo por el que se llama a la Virgen Santísima Corredentora y se extiende a una singular participación en la pasión de su Hijo, tal como le anunció el anciano Simeón.
¿No hubiese derramado María Santísima por amor a Dios y por nuestra salvación su sangre inmaculada? Sí, lo hubiese hecho, si Dios así lo hubiese pedido. Pero el sacrificio que se le pidió fue mayor: no ofrecer su vida, sino ofrecer la Vida de su vida, a su propio Hijo.
PROPÓSITO: Grabar en nuestro corazón la resolución de los santos: “Antes morir que pecar”; y ofrecer algún sacrificio, limosna u oración para pedir perdón por los pecados pasados y presentes.
JACULATORIA: Sangre de Cristo, Cordero Inmaculado, sálvanos.
Para finalizar:
LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO