DÍA 25.- SANGRE DE CRISTO, CONSUELO DE LOS QUE LLORAN
Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:
ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS
de San Alberto Magno
Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.
Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.
Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...
Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.
Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.
25.- Sangre de Cristo, consuelo de los que lloran
En el Evangelio, Jesús declara: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mateo 5, 5).
Palabras que solo oírlas de parte del Buen Pastor de nuestras almas nos confortan como el abrazo de un padre, la caricia de una madre, la palabra de aliento de un amigo.
Pero el consuelo prometido ante la experiencia universal y cotidiana del sufrimiento que nos hace llorar no es solo para vida eterna, se adelanta ya en esta vida.
Sí, Jesucristo quiso quedarse en la Eucaristía para ser nuestro consuelo en medio de este valle de lágrimas.
La Sangre de Cristo que bebemos en la comunión nos colma de toda gracia y bendición del cielo, dándonos alegría en medio del sufrimiento.
San Pío de Pietrelcina decía de la Sagrada Comunión: “Es toda una misericordia interior y exterior, todo un abrazo. Pídele a Jesús que se deje sentir sensiblemente”.
PROPÓSITO: Visitar a alguna persona que esté pasando por momentos de tristeza.
JACULATORIA: Sangre de Cristo, consuelo de los que lloran, sálvanos.
Para finalizar: