DÍA 18. SANGRE DE CRISTO, FUENTE DE MISERICORDIA
Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:
ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS
de San Alberto Magno
Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.
Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.
Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...
Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.
Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.
12.Sangre de Cristo, Fuente de Misericordia
“Beberéis aguas con gozo en las fuentes del Salvador” (Isaías 12, 3). Con estas palabras, el profeta Isaías prefiguraba simbólicamente los múltiples y abundantes bienes que el Mesías había de traer consigo y que podemos aplicar al Corazón de Jesús de la cual brotaron sangre y agua, símbolos de los sacramentos. Del costado traspasado del Señor brota su sangre como una fuente perenne de misericordia de la cual podemos beber cada vez que nos acercamos a recibir los sacramentos: signos sensibles instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para comunicarnos la gracia.
Es la Sangre de Cristo la que nos limpia del pecado original y nos hace hijos de Dios y miembros de su Iglesia, en el Bautismo.
Es la Sangre de Cristo la que nos fortalece en el combate cristiano con la fuerza del Espíritu Santo, en la Confirmación.
Es la Sangre de Cristo la que nos borra los pecados y paga nuestras deudas, en el sacramento de la Penitencia.
Es la Sangre de Cristo la que nos alimenta y nos une a Dios, en la Eucaristía.
Es la Sangre de Cristo la que nos fortalece, consuela y sana en medio de la enfermedad, por medio de la Unción de los enfermos.
Es la Sangre de Cristo la que consagra sacerdotes de la nueva alianza en favor del pueblo santo de Dios, a través del Orden Sagrado.
Es la Sangre de Cristo la que une indisolublemente a los esposos y les concede la gracia para vivir las obligaciones matrimoniales y familiares.
Es la Sangre de Cristo, una fuente y océano inagotables de misericordia y gracia, para que cuántos la reciban puedan ser hijos de Dios.
PROPÓSITO: Rezar y ofrecer un sacrificio por los sacerdotes y las vocaciones.
JACULATORIA: Sangre de Cristo, Fuente de Misericordia, sálvanos.
Para finalizar:
LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO