DÍA 17. SANGRE DE CRISTO, DERRAMADA POR NOSOTROS Y POR MUCHOS, SÁLVANOS
Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:
ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS
de San Alberto Magno
Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.
Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.
Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...
Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.
Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.
17.Sangre de Cristo, derramada por nosotros y por muchos, sálvanos
Nuestro Señor Jesucristo murió por todos los hombres. Su muerte tiene valor salvífico universal. Pero Él mismo, al instituir el sacramento de la Eucaristía el Jueves Santo, quiso recalcar que no todos los hombres –a causa de su libertad– se beneficiarían de su sangre redentora: “ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mateo 26, 28). “Dios quiere que todos los hombres se salven” (1 Timoteo 2,1), pero no todos los hombres quieren salvarse.
La sangre de Jesús se derramó por todos los hombres, pero particularmente por nosotros que hemos recibido la fe y podemos recibirle en la Sagrada Comunión porque Él nos ha llamado, escogido y sentado a su banquete.
La sangre de Jesús se derramó por todos los hombres, pero son muchos los que abiertamente le rechazan y muchos también los que todavía no le conocen y esto es para nosotros una llamada urgente a orar por la conversión de los pecadores y a darlo a conocer a quienes no han oído hablar de Él: “Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda” (Mateo 22, 9).
La sangre de Jesús se derramó por nosotros y por muchos: mención personal de uno de nosotros, pero también de todos aquéllos que en el pasado, en el presente y en el futuro han recibido y recibirán el don de la fe. “Vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas”, nos dice el libro del Apocalipsis de San Juan (Apocalipsis 7, 9).
PROPÓSITO: Ofrecer la santa misa o algún otro sacrificio por la conversión de los herejes y cismáticos, y por los pobres pecadores.
JACULATORIA: Sangre de Cristo, derramada por nosotros y por muchos, sálvanos.
Para finalizar:
LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO