EL DESASIMIENTO DE TODO
¡Oh, si no
estuviésemos atados a nada ni tuviésemos puesto nuestro contento en ninguna
cosa de la tierra, cómo la pena que nos daría vivir siempre sin alegría
mundana, amortiguaría el miedo de la muerte con el deseo de gozar la vida
verdadera! (V 21, 6; CN 11).