“La Eucaristía produce impulsos
de un amor que es angélico, y tiene el poder único de poner en las almas un
santo sentimiento de ternura hacia la Reina de los Ángeles. Ella nos ha dado a
quien es Carne de su carne y Hueso de sus huesos, y en la Eucaristía ella
continúa dándonos este banquete dulce, virginal, celestial.”
“Si uno, cuando asiste o celebra
la Santa Misa, reflexiona sobre su valor infinito y, en consecuencia, tiene
formal intención de glorificar con ella lo más posible a Dios, mediante el
ofrecimiento del Sacrificio de Jesucristo, que es de mayor mérito que el de
todos los mártires juntos, merece más que si ayunara a pan y agua todo un año y
que si se azotara hasta derramar toda la sangre de sus venas y rezara
trescientas veces el Salterio.”