¡RESUCITAD A ESTOS MUERTOS!
¡Oh, cristianos!; tiempo es de defender a vuestro Rey y de
acompañarle en tan gran soledad, que son muy pocos los soldados que le han
quedado y mucha la multitud que acompaña a Lucifer; y lo peor es que se
muestran amigos en lo público y le venden en secreto; casi no halla de quien
fiarse. ¡Oh amigo verdadero, qué mal os paga el que os es traidor! ¡Oh cristianos
verdaderos!, ayudad a llorar a vuestro Dios, que llora no sólo por Lázaro
aquellas piadosas lágrimas, sino por los que no habían de querer resucitar,
aunque Su Majestad les diese voces. ¡Oh, Bien mío, qué presentes teníais las
culpas que he cometido contra Vos! Sean ya acabadas, Señor, sean acabadas y las
de todos. Resucitad a estos muertos; sean vuestras voces, Señor, tan poderosas
que aunque no os pidan la vida se la deis para que después, Dios mío, salgan de
la profundidad de sus deleites (E 10).