jueves, 20 de noviembre de 2014

MARÍA NOS LIBRA DE LA ESCLAVITUD DEL MALIGNO Y AYUDA A SUPERAR TODA TENTACIÓN. San Alfonso María de Ligorio


María nos libra del maligno
Hermosa es la explicación que da Ricardo de San Lorenzo de aquellas  palabras de los Proverbios: “En ella confía el corazón de su marido que no tendrá  necesidad de botín” (Pr 31, 11), y dice: “Confía en ella el corazón de su esposo, es  decir, Cristo; y es que ella enriquece a su esposo con los despojos que le quita al 
diablo”. “Dios ha confiado a María el corazón de Jesús a fin de que ella corra con el  cuidado de hacerlo amar de los hombres”. Así lo explica Cornelio a Lápide. Y de ese  modo no le faltarán despojos, es decir, almas rescatadas que ella le consigue  despojando al infierno, salvándolas de los demonios con su potente ayuda.
Ya se sabe que la palma es señal de la victoria; por eso nuestra reina está  colocada en excelso trono a vista de todas las potestades como palma signo de  victoria segura, que es lo que se pueden prometer todos los que se colocan bajo su amparo. “Extendí mis ramos como palma de Cadés” (Ecclo 24, 18), es decir, para defender, como añade san Alberto Magno. Hijos, parece decirnos María, cuando os  asalta el enemigo recurrid a mí, miradme y confiad, porque en mí que os defiendo  veréis también lograda nuestra victoria”. Y es que recurrir a María es el medio  segurísimo para vencer todas las asechanzas del infierno, porque ella, dice san Bernardino de Siena, tiene señorío sobre los demonios y el infierno, a quienes  domeña y abate. Que por eso María es llamada terrible contra las potestades  infernales como ejército bien disciplinado. “Terribles como ejército en orden de batalla” (Ct 6, 3), porque sabe combinar muy bien su poder, su misericordia y sus plegarias para confundir a sus enemigos y en beneficio de sus devotos, que en las 
tentaciones invocan su potente socorro.
“Y, como la vida, di frutos de suave aroma” (Ecclo 24, 23). “Yo, como la vid  –le hace decir el Espíritu Santo–, he dado frutos de suave fragancia”. “Dicen  –explica san Bernardo referente a este pasaje– que al florecer las viñas se  ahuyentan los reptiles venenosos”. Así también tienen que huir los demonios de las almas afortunadas que tienen aromas de la devoción de María. También por esto María es llamada “cedro”.
“Como cedro ha sido exaltada en el Líbano” (Ecclo 24,  17). No sólo porque así como el cedro es incorruptible, así María no sufrió la  corrupción del pecado, sino también porque, como dice el cardenal Hugo a este respecto, como el cedro con su penetrante olor ahuyenta a las serpientes, así María  con su santidad pone en fuga a los demonios.

María ayuda a superar toda tentación
¡Ah! Si las criaturas tuvieran cuidado de invocar el nombre de María con  toda confianza, en las tentaciones, ciertamente, nunca caerían. Sí, porque como dice el beato Alano, al oír este sublime nombre huye el demonio y se estremece el infierno. “Satán huye y tiembla l infierno cuando digo: Ave María”. También reveló la misma reina a santa Brígida que hasta de los pecadores más perdidos y más alejados de Dios y más poseídos del demonio huye enseguida el enemigo en cuanto sienten que ellos invocan en su ayuda con verdadera voluntad de enmendarse el poderosísimo nombre de ella. Pero añadió la Virgen que los demonios, si el alma no se enmienda y no arroja de sí el pecado con la contrición, pronto retornan y siguen 
poseyéndola.
 Las glorias de María