domingo, 30 de noviembre de 2014

NOVENA A LA INMACULADA (1)


ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Virgen María, te saludamos y acudimos a ti
que permaneciste siempre Virgen siendo la Madre del Verbo encarnado,
Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
y que, por su singular elección,  en atención a los méritos de tu Hijo
fuiste redimida de modo más sublime, 
preservada inmune de toda mancha de culpa original
y que superas ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas.
V/. Oh María, sin pecado concebida
R/. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
Unidos a ti y proclamando las maravillas que Dios obró en su humilde esclava; decimos:
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Como era en el principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA 1º MARÍA, LA MUJER PROMETIDA
MEDITACION. De la Catequesis de Juan Pablo II (24-I-96)
«Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar» (Gn 3,15).
Eva fue la aliada de la serpiente para arrastrar al hombre al pecado. Dios anuncia que, invirtiendo esta situación, él hará de la mujer la enemiga de la serpiente.
La enemistad puesta por Dios entre la serpiente y la mujer se realiza en María de dos maneras. Ella, aliada perfecta de Dios y enemiga del diablo, fue librada completamente del dominio de Satanás en su concepción inmaculada, cuando fue modelada en la gracia por el Espíritu Santo y preservada de toda mancha de pecado. Además, María, asociada a la obra salvífica de su Hijo, estuvo plenamente comprometida en la lucha contra el espíritu del mal.

ORACIÓN CONCLUSIVA  (Juan Pablo II, 2001)
«Alégrate, llena de gracia».
Sí, oh María, tú eres la llena de gracia,
tú eres la Inmaculada Concepción.
En ti se cumple la promesa
hecha a nuestros primeros padres,
evangelio primordial de esperanza,
en la hora trágica de la caída:
«Pondré enemistad entre ti y la mujer,
y entre tu linaje y el suyo».
Tu linaje, oh María,
es el Hijo bendito de tu seno, Jesús,
Cordero inmaculado que cargó sobre sí
el pecado del mundo, nuestro pecado.

(Pida cada uno la gracia que desea alcanzar en esta novena)


Tras un breve silencio, se puede concluir con el rezo de tres Avemarías, con alguna oración popular a la Inmaculada como Bendita sea tu pureza o el canto de la Salve.