martes, 6 de diciembre de 2022

DÍA 7. ENVIANDO DIOS SU HIJO EN SEMEJANZA DE CARNE DE PECADO

DÍA 7

ENVIANDO DIOS SU HIJO EN SEMEJANZA DE CARNE DE PECADO

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

7 de diciembre

ENVIANDO DIOS SU HIJO EN SEMEJANZA DE CARNE DE PECADO, AUN DEL PECADO CONDENÓ AL PECADO EN LA CARNE.

 

Considera el humilde estado a que quiso abatirse el Hijo de Dios. No sólo quiso tomar la forma de esclavo, sino de esclavo pecador. Por cuya razón escribió san Bernardo: No sólo quiso tomar la condición de siervo para sujetarse a otro, el que era Señor de todas las cosas; el que era el Santo de los Santos. A este fin quiso vestirse de aquella misma carne de Adán, que había sido inficionada del pecado; y si bien no contrajo su mancha, tomó sobre sí, nada menos que todas las miserias que la naturaleza humana había contraído en pena del pecado.

Nuestro Redentor, para alcanzarnos la salvación, se ofreció voluntariamente al Padre a satisfacer por todas nuestras culpas. El Padre le cargó de todas nuestras maldades y he aquí al Verbo Divino, inocente, purísimo, santo helo cargado desde niño de todas las iniquidades, de las blasfemias, sacrilegios, fealdades y delitos de los hombres. Hecho, por amor nuestro, el objeto de las divinas iras en razón del pecado, por el que se había obligado a pagar a la Divina justicia.

Así que, tantas fueron las maldiciones que tomó sobre sí Jesucristo, cuantos fueron y serán los pecados mortales de todos los hombres. Venido que hubo al mundo, desde el principio de su vida, se presentó al Padre cual reo y deudor de todas nuestras maldades; y como tal, fue condenado a morir ajusticiado y maldecido sobre la cruz: El peccato damnavit peccatum in carne. ¡Oh, Dios! si el eterno Padre hubiese sido capaz de dolor ¿Qué mayor pena hubiera experimentado que la de verse obligado a tratar como reo, y el reo más malvado del mundo, a aquel Hijo inocente, su amado, que era tan digno de su amor? Ecce Homo, parece que el eterno Padre diga a todos nosotros, mostrándonoslo en el establo de Belén.

Este pobre niño que veis, ¡oh, hombres!, puesto en un pesebre de bestias, recostado sobre la paja, sabed que este es mi Hijo amado, que ha venido a cargar con vuestros pecados y vuestras penas; amadle, pues porque es muy digno de vuestro amor y os tiene muy obligados a amarle.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Oh, mi Señor inocente! ¡Espejo sin mancha, amor del eterno Padre! No os pertenecían los castigos y maldiciones. Tocaban, sí, a mí, pecador. Pero Vos habéis querido manifestar al mundo este exceso de amor, sacrificando vuestra vida para alcanzarnos el perdón y la salvación, pagando con vuestras penas las que nosotros merecíamos.

Alaben y bendigan todas las criaturas vuestra misericordia y bondad infinita. Yo os doy gracias por parte de todos los hombres; pero, especialmente por mí, ya que habiéndoos ofendido yo más que los otros, habéis sufrido también más por causa mía las penas a penas a que os sujetasteis. Maldigo mil veces aquellos indignos placeres míos que os han costado tantos dolores.

Mas, ya que habéis dado el precio de mi rescate, haced que no sea perdida para mí la Sangre que por mi amor habéis derramado. Yo tengo dolor de haberos despreciado, amor mío, pero os lo pido mayor. Hacedme conocer el mal que os he hecho en ofenderos, mi Redentor y mi Dios, que habéis padecido tanto por obligarme a amaros.

Os amo, bondad infinita, pero deseo amaros más: quisiera amaros ¡oh, Jesús mío!, haceos amar de mí y de todos, que bien lo merecéis. ¡Oh! Iluminad a los pecadores que no os quieren conocer o no os quieren amar. Hacedles entender qué es lo que habéis hecho por amor a ellos y el deseo que tenéis de su salvación. María Santísima, rogad a Jesús por mí y por todos los pecadores. Alcanzadnos luz y gracia de amar a vuestro Hijo, que tanto nos ha amado.

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.