jueves, 15 de diciembre de 2022

Día 16 de diciembre. NOVENA DE NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

NOVENA DE NAVIDAD. SAN ALFONSO MARÍA

16 de diciembre

YO TE HE ESTABLECIDO PARA QUE SEAS LUZ DE LAS NACIONES HASTA LOS EXTREMOS DE LA TIERRA. Is 42, 6.

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

16 de diciembre

YO TE HE ESTABLECIDO PARA QUE SEAS LUZ DE LAS NACIONES HASTA LOS EXTREMOS DE LA TIERRA. Is 42, 6.

 

Considera cómo el Eterno Padre dijo a Jesucristo en el instante de su concepción estas palabras: Hijo, yo te he dado al mundo por luz y vida de las gentes, a fin de que procures su salvación que estimo tanto como si fuese la mía.

Es necesario, pues, que te emplees todo en beneficio de los hombres. Es por lo mismo preciso que al nacer padezcas una extremada pobreza, para que el hombre se haga rico. Es menester que seas vendido como esclavo, para que adquieras al hombre la libertad y que, como tal esclavo, seas azotado y crucificado para satisfacer a mi justicia la pena debida por el hombre. Has de dar la vida por librar al hombre de la muerte eterna. En suma, sabe que no eres más tuyo, sino del hombre. De esta manera, Hijo mío, este se rendirá a amarme y a ser mío, viendo que le doy sin reserva a Ti, mi Unigénito, y que nada más me resta que darle.

Así amó Dios al mundo: que le dio su Unigénito. Sic Deus dilexit mundum ut Filium suum unigenitum daret.

¡Oh, amor infinito, digno solamente de un Dios infinito, quien, de tal modo, amó al mundo que dio su Unigénito!

A esta propuesta, Jesús no se entristece, sí que se complace en ella, la acepta con amor y se regocija. Desde el primer momento de su encarnación, Jesús se da también todo al hombre y abraza con gusto cuantos dolores e ignominias debe sufrir en la tierra por amor a él. Estos fueron, dice san Bernardo, los montes y colinas que debía atravesar con tanta presura y fatiga; cual nos le representa la Esposa cuando dice: Ved a mi amado, que viene saltando por montes, atravesando collados (Cant. 2, 8).

Pondera aquí cómo el Padre Divino, enviando al Hijo a ser nuestro Redentor, y poner la paz entre Dios y los hombres, se ha obligado, en cierto modo, a perdonarnos y amarnos por razón del pacto que hizo de recibirnos en su gracia; puesto que el Hijo ha de satisfacer por nosotros a la Divina Justicia. A su vez, el Verbo Divino, habiendo aceptado el encargo del Padre, el que (enviándolo a redimirnos) nos lo daba, se ha obligado a amarnos, no ya por nuestros méritos, sí por cumplir la piadosa voluntad del Padre.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

Amado Jesús mío, si es verdad, como dice la ley, que con la donación se adquiere el dominio; ya que vuestro Padre os ha donado a mí, Vos sois todo mío; por mí habéis nacido y bien puedo decir que sois mío y todas vuestras cosas son también mías.

Mía es vuestra sangre, míos son vuestros méritos, mía es vuestra gracia, mío es vuestro paraíso. Y, si Vos sois mío, ¿quién podrá jamás separaros de mí? Nadie puede quitarme a Dios, decía con júbilo san Antonio Abad. Del mismo modo yo, en lo sucesivo, quiero ir diciendo: Solamente por mi culpa puedo perderos y separarme de Vos. Pero, Jesús mío, si en lo pasado os he dejado y os he perdido, ahora estoy resuelto a perder la vida y todo, antes que perder a Vos, bien infinito y único amor de mi alma.

Os doy gracias, ¡Oh, Padre Eterno!, de haberme dado a vuestro Hijo y ya que Vos le habéis donado todo, yo me entrego sin reserva a Vos. Por amor de este Hijo, aceptadme y estrechadme de manera que pueda decir con san Pablo: ¿Quién me separará del amor de Jesucristo? ¿Qué bienes del mundo podrán jamás apartarme de mi Salvador? Y Vos, Jesús, si sois todo mío, sabed que yo soy todo vuestro. Disponed de mí y de todas mis cosas como os plazca; porque ¿cómo podré negar cosa alguna a un Dios que no me ha negado la sangre ni la vida? María, Madre mía, custodiadme bajo vuestra protección. No quiero ya ser más mío, quiero ser todo de mi Señor. Pensad en hacerme fiel. En Vos Confío.

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.