lunes, 12 de diciembre de 2022

13 de diciembre. CON BAUTISMO ES MENESTER QUE YO SEA BAUTIZADO. SAN ALFONSO MARÍA

13 de diciembre

CON BAUTISMO ES MENESTER QUE YO SEA BAUTIZADO: ¿Y CÓMO ME ANGUSTIO HASTA QUE SE CUMPLA?

 

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

13 de diciembre

CON BAUTISMO ES MENESTER QUE YO SEA BAUTIZADO: ¿Y CÓMO ME ANGUSTIO HASTA QUE SE CUMPLA?

 

Considera cómo Jesús padeció desde el primer momento de su vida; y todo lo padeció por amor nuestro. Él no tuvo en toda su vida otro interés, después de la gloria del Padre, que nuestra salvación.

Como Hijo de Dios, no tenía necesidad de padecer para merecerse el paraíso.

Cuánto sufrió de penas, de pobreza y de ignominias. Todo lo aplicó para merecernos la salvación eterna. Así, pudiendo salvarnos sin padecer, quiso tomar una vida de dolores, pobre, despreciado y desamparado de todo alivio, con una muerte, la más desolada y amarga que jamás había sufrido mártir o penitente alguno; sólo por darnos a entender la grandeza del amor que nos tenía y por ganarse nuestros afectos.

Vivió treinta y tres años y vivió suspirando porque se acercase la hora del sacrificio de su vida, que deseaba ofrecer para alcanzarnos la divina gracia y la gloria del paraíso.

Este deseo le hizo decir: Con bautismo es menester que yo sea bautizado; ¿y cómo me angustio hasta que se cumpla? Deseaba ser bautizado con su propia sangre, no para lavar sus pecados, siendo Él inocente y santo, sí los de los hombres, a quienes tanto amaba. Nos amó y nos lavó en su sangre, dice san Juan (Ap. 1, 5).

¡Oh exceso del amor de un Dios que todos los hombres y todos los Ángeles no llegaron jamás a comprender y alabar cuanto basta! Pero, lamentase san Buenaventura al ver la grande ingratitud de los hombres a tan grande amor, y se admira que nuestros corazones no se rasguen por la fuerza del amor de Dios. Se maravilla en otro lugar el mismo santo de ver a un Dios padecer tantas penas, gemir en un establo, pobre en un taller, desangrado sobre una cruz… en suma, afligido y atribulado en toda su vida por amor de los hombres y ver, luego, a estos no arder de amor por este Dios tan amante y aún tener valor de despreciar su amor y su gracia. ¡Oh, Dios! ¿Cómo es posible comprender que os hayáis reducido a tanto padecer por los hombres y que haya de estos quienes ofendan tanto a Vos?

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

Amado Redentor mío, entre estos ingratos que han pagado vuestro inmenso amor, vuestros dolores y vuestra muerte con disgustos y desprecios, miradme a mí, que soy uno de ellos. ¡Oh, mi Jesús amado! ¿Cómo viendo Vos la ingratitud que había de usar, pudisteis amarme tanto y resolveros a padecer tantos desprecios y penas por mí? Más, no quiero desesperarme. El mal está ya hecho.

Dadme, pues, Señor, aquel dolor que me habéis merecido con vuestras lágrimas, pero que sea un dolor igual a mi iniquidad. Corazón amoroso de mi Salvador tan afligido y desconsolado un tiempo por amor mío; y ahora tan ardiente, mudadme el corazón, dadme otro que compense los disgustos que os he causado, un amor que iguale mi ingratitud. Ya me siento con un gran deseo de amaros y os doy gracias porque vuestra piedad me ha trocado el corazón. Aborrezco, sobre todo mal, las ofensas que os he hecho. Las detesto, las miro con horror. Estimo ahora más vuestra amistad, que toda riqueza y todo reino. Deseo complaceros cuanto pueda. Os amo, ¡oh, amable infinito!; más veo que este, mi amor, es demasiado escaso. Aumentad Vos la llama. Dadme más amor; porque el vuestro debe ser correspondido con otro mucho mayor por mí, que tanto os he ofendido y que, en vez de castigos, he recibido de Vos tan especiales favores. ¡Oh, sumo bien! No permitáis que yo viva más tiempo ingrato a tantas gracias que me habéis hecho. Moriré por amor de Vos. Diré con san Francisco, que os habéis dignado morir por amor mío.

María, esperanza mía, ayudadme, rogad a Jesús por mí.

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.