28 de mayo. San Agustín de Canterbury, obispo y confesor
Agustín, monje del monasterio Lateranense de Roma, fue enviado por el papa San Gregorio Magno con unos 40 monjes de su comunidad, a Inglaterra, en el año 597, para convertir aquellos pueblos a la fe de Cristo. Había en el país de Kent un rey poderoso llamado Etelberto, el cual, al tener noticia de la llegada de Agustín, le invitó a que fuese con sus compañeros a Cantorbery, capital de su reino, dándole benévola autorización para permanecer en la ciudad y predicar en ella a Jesucristo. El santo construyó un oratorio cerca de Cantorbery; allí vivió algún tiempo, emulando él y los suyos la vida apostólica.
Por la predicación de la celestial doctrina, confirmada con milagros, atrajo a muchos moradores de la isla, que se convirtieron a la fe cristiana. Este ejemplo fue seguido por el rey, el cual fue bautizado con numerosos súbditos suyos, causando gran alegría a su esposa Berta, que ya antes había abrazado el cristianismo. Cuenta la tradición que, habiendo bautizado en el día del Nacimiento del Señor a más de diez mil personas en la orilla del río Eboracense, cuantos de ellos padecían enfermedad recibieron junto con la salud del alma la del cuerpo. Consagrado obispo por mandato del papa San Gregorio, estableció su sede en Canterbury en la iglesia del Salvador, levantada por él, en la cual puso monjes como auxiliares suyos. Construyó en los suburbios de la ciudad el monasterio de San Pedro, que después llevó su nombre. San Gregorio le concedió el uso del palio, con facultad de instituir en Inglaterra la jerarquía, y le envió otros monjes auxiliares: Melitón, Justo, Paulino y Rufino.
Arreglados los asuntos de su iglesia, Agustín convocó un sínodo de obispos y doctores de los antiguos bretones, que en la celebración de la Pascua y en otras cuestiones de rito disentían de la Iglesia romana. Mas no pudiendo persuadirlos ni por la autoridad de Roma ni con sus milagros a que volviesen a la unidad, les anunció proféticamente su ruina. Tras haber llevado a cabo muchos trabajos por Jesucristo y de haber realizado muchos milagros, después de haber propuesto a Melitón y a Justo para obispos de las iglesias de Londres y de Rochester, designó a Lorenzo como sucesor, y murió el día 26 de mayo, reinando Etelberto. Fue sepultado en el monasterio de San Pedro, que ha sido destinado como sepultura de los obispos cantuarienses, y de algunos reyes. El culto tributado por los pueblos de Inglaterra, el papa León XIII lo extendió a toda la Iglesia con su Oficio y Misa.
Oremos.
Oh Dios, que te dignaste iluminar con la luz de la verdadera fe a los pueblos ingleses mediante la predicación y milagros del bienaventurado Agustín, tu Confesor y Pontífice: concédenos que por su intercesión, los corazones extraviados vuelvan a la unidad de la fe verdadera, y que nosotros permanezcamos unidos en el cumplimiento de tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.