DÍA 26. LA VAINILLA. MES DE MARÍA. BEATO FRANCISCO PALAU
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración preparatoria para todos los días.
Bellísima y habilísima Jardinera, aquí tenéis a vuestros pies un corazón convertido por sus culpas en bosque lleno de espinas y abrojos, donde tienen sus madrigueras y hacen sus crías las pasiones más feas y vergonzosas: a vuestras órdenes están millares de operarios pendientes de vuestros labios, que esperan les mandéis arrancar de él todo lo malo y todo lo vicioso, y sembrar y plantar lo santo, lo bueno y lo virtuoso.
Yo os entrego, yo os doy el terreno de mi alma; mandad, Señora del mundo, mandad, Reina de los Ángeles, y será transformado en un paraíso de delicias para Vos y Vuestro Hijo; mandadlo, y vuestras órdenes serán fielmente ejecutadas. Yo os prometo que cooperaré a mi conversión con santos propósitos y firmes resoluciones; mas ¡ay! éstas serán estériles si Vos no las fecundáis.
Yo soy una tierra árida, seca, consumida y abrasada por los ardores de mi concupiscencia; en vuestras manos están las llaves de aquella fuente cristalina y pura cerrada por mis culpas… abrid los favores y las gracias y los dones del cielo correrán a torrentes sobre mí. Yo soy un huerto sin muros abierto a todas las ilusiones del ángel malo, al mundo y a sus vanidades. Yo os constituyo su guardiana, protegedme y amparadme.
Vos, oh amabilísima Hortelana, me pedís durante todo este mes flores y yerbas aromáticas, ramilletes, guirnaldas y coronas, ¡ay de mí! En mi alma no hay otra cosa que confusión, desorden, vergüenza, espinas y un bosque desarreglado. Señora, ordenadle, cultivadle, sembrad en él la semilla de todas las virtudes; plantad en él esas flores que buscáis, ponedlas en orden según sus especies.
Aquí estoy, vuestra propiedad soy, no me opondré, no resistiré, sino que cooperaré a la obra santa que en estos días, dedicados a vuestra gloria y al bien de mi alma, Vos os proponéis hacer; principiadla, perfeccionadla y acabadla. Yo os ofrezco estos ejercicios a honra vuestra y a la gloria de vuestro Hijo. Amén.
Bendita sea tu pureza….
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Día veintiséis
I. La vainilla
1. Esta planta llena todo el jardín de una fragancia muy fuerte; su flor no tiene belleza, pero sirve de adorno en los ramilletes y los perfuma. No puede tenerse en pie, necesita la sostenga.
II. La continencia
2. La templanza, como virtud principal, modera, con la abstinencia y sobriedad, con la castidad y virginidad, con la penitencia y demás mortificaciones de la carne, las pasiones más fuertes del hombre: la continencia refrena las de orden inferior y tiene bajo sus órdenes, para conseguir este su objeto, la clemencia, la mansedumbre, la modestia, la humildad y la eutropelia. Depende la continencia de la templanza: es la templanza, con orden al freno de pasiones, de inferior orden; por esto la vainilla ni tiene flor que sea hermosa, ni se tiene de por sí sola.
III. La continencia en María
3. Como las pasiones en María no se rebelaron, esta virtud le fue dada con toda la perfección que era menester.
IV. La flor a María
4. Cuando sientes moverse contra ti además de las pasiones que notaremos abajo, la tristeza y la melancolía, el gozo y la alegría excesiva, el temor y el miedo infundado, la osadía y el atrevimiento, el amor y el odio y otras pasiones ¿qué haces? ¿Das libre expansión al movimiento? ¿Extiendes las alas de la pasión y le das libre vuelo? Si así es ¡ay! las has de poner freno; las has de contener por entre el exceso y el defecto en un justo medio dictado por la recta razón. Promete hacerlo, propón practicarlo, y, al presentar a María tus resoluciones, le dirás:
Presentación de la flor
Señora: Os ofrezco junto a un ramillete de violas, la vainilla, emblema de la continencia y del freno que prometo poner a todas mis pasiones. Recibid mi flor y haced que mis carnes sean reprimidas por el temor santo de Dios.
3 Avemarías y Gloria Patri
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.