Domingo después de la Ascensión
Dom Gueranger
ESPÍRITU DE FORTALEZA. — La víspera de enviarnos el Espíritu Santo, Jesús, nos anuncia los efectos que este consolador producirá en nuestras almas. Dirigiéndose en la última cena a los apóstoles les dice que el Espíritu dará testimonio de él, es decir, que les instruirá sobre la divinidad de Jesucristo y la fidelidad que le deben hasta morir por él. He ahí lo que producirá en ellos este divino huésped que Jesús, antes de subir al cielo, llama Virtud de lo alto. Duras pruebas les esperan; será menester resistir hasta derramar sangre. ¿Quién sostendrá a estos hombres débiles? El Espíritu que ha de venir sobre ellos. Por él vencerán y el Evangelio dará la vuelta al mundo.
Ahora bien, ha de venir de nuevo este Espíritu del Padre y del Hijo, y ¿cuál será el fin de su venida si no armarnos para el combate y hacernos fuertes para la lucha? Al salir del tiempo pascual, donde los más augustos misterios nos iluminan y protegen, nos volveremos a encontrar ante el demonio irritado, el mundo que nos esperaba, y nuestras pasiones calmadas un momento que querrán revivir. Si estamos "revestidos de la virtud de lo alto" no temeremos a nadie; esperemos la venida del Consolador, preparémosle un recibimiento digno de su majestad; cuando le hayamos recibido guardémosle cuidadosamente; él nos alcanzará la victoria como la alcanzó a los Apóstoles.