COMENTARIO AL
EVANGELIO
IV Domingo de
Pascua
San Jerónimo
La
santidad, Señor, hermosea tu casa (Salmo 92,5) Todo aquel que crea morar en la
casa del Señor, pero no posee la santidad, será extraño a ella, por carecer del
ornamento propio de esta casa. La santidad, Señor, hermosea tu casa (Salmo
92,5) Si, según dice el Apóstol Pablo, somos templo y morada de Dios, la
santidad de nuestra vida debe ser, consecuentemente, galanura y encanto de la Iglesia,
más si en nosotros se descubren vicios y pecados, no supondremos un ornato para
la casa del Señor, sino deshonra y desdoro de la misma. La santidad, Señor,
hermosea tu casa (Salmo 92,5) Casa del
Señor es la Iglesia.