domingo, 30 de junio de 2019

APARTAR A LOS NIÑOS DEL PECADO. San Juan Bautista de la Salle



Que la primera preocupación de quienes enseñan a los niños ha de ser apartarlos del pecado
MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO TERCERO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
  San Juan Bautista de la Salle 

Por ser " ministros de Dios " en el empleo que ejercéis, estáis obligados vosotros a " cooperar con El " (1) y a secundar sus designios de salvación para con los niños sometidos a vuestra tutela, particularmente con los más inclinados al desorden. Así os lo señala el evangelio de hoy, al proponeros la parábola de aquel buen " pastor que tenía cien ovejas y, habiendo perdido una, desatendió las noventa y nueve para ir en busca de la extraviada "(2).
Del mismo modo, debéis velar más vosotros sobre los propensos a descarriarse que sobre aquellos que se entregan al bien y practican la virtud como de suyo.
Es menester no escatimar medio alguno hasta conseguir que vuelvan a Dios los que veis sujetos a algún vicio; pues, como dice el Señor: No es voluntad de vuestro Padre celeste que uno solo de estos pequeñuelos perezca (3).
Y como es Él quien se sirve de vosotros para guiar los por la senda de la salvación, daos trazas para que no se descarríen o, si se extravían, para que vuelvan a ella cuanto antes: a vosotros incumbe ayudarles a seguir el buen camino.
Una de las cosas que más contribuyen a que se pierda la juventud, es la frecuentación de las malas compañías. Pocos se pervierten por la malicia de su corazón; la mayor parte se corrompen por el mal ejemplo y las ocasiones que les salen al paso.
Por eso, los que tienen niños que instruir, nada deben tomar tan a pechos como estorbar que sean seducidos por el uno y por las otras; pues, si la debilidad de los hombres es grande, a causa de su inclinación al pecado; la de los niños es mucho mayor aún, debido al deficiente uso que todavía tienen de la razón, y a que, Por tanto, está la naturaleza más viva en ellos, es sumamente propensa a gozar de los placeres sensibles y, en consecuencia, a dejarse arrastrar por el pecado.
Poned, pues, toda la diligencia posible en alejar de las malas compañías a vuestros discípulos, y dadles oportunidad, de que sólo frecuenten las buenas; a fin de que, no recibiendo así más que impresiones saludables, practiquen el bien con toda facilidad.
Dios ha suministrado a los hombres dos me dios seguros para apartarse del pecado y conservar la gracia: la oración y los sacramentos. Por consiguiente, nada debe procurarse a los niños con mayor empeño, para inspirarles horror al vicio, que el amor a la oración y el frecuente uso de los sacramentos.
Hay que estimularlos a elevar a Dios sus plegarias y a que lo hagan a menudo y con atención. Es preciso darles a conocer las disposiciones santas con que deben prepararse a recibir dignamente los sacramentos, y animarles a hacerlo con frecuencia, para que conserven su alma limpia de todo pecado.
En esos dos medios debéis insistir principalmente, durante las instrucciones que dais a los alumnos, para mantenerlos alejados de la culpa.
Tenéis también que orar mucho por los que veáis me nos inclinados al bien, a fin de que Dios infunda en sus corazones el deseo de salvarse. Sois para con ellos " mediadores de que Dios se sirve para enseñarles los me dios de conseguir la salvación " (4).
Desempeñad, pues, respecto de ellos el oficio con que Dios os ha investido ya que os pedirá cuenta de su perdición si, por no haberlos alejado del mal y animado al bien, cayeren en el desorden.