11 de enero
DE LA MORADA DE JESÚS EN NAZARET
ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos:
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.
Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Gloria al Padre
y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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11 de enero
DE LA MORADA DE JESÚS EN NAZARET.
Regresado que hubo san José a la Palestina, supo que Arquelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes su padre, por lo que temió ir allá y, avisado en sueños marchó a Nazaret y allí fijó su permanencia en una pobre casa. ¡Oh, casita afortunada de Nazaret! Yo te saludo y te adoro. Vendrá un tiempo en que serás visitada de los primeros príncipes de la tierra. Hallándose los peregrinos en tu recinto no se saciarán de derramar lágrimas de ternura al pensar que, dentro de tus pobres paredes, pasó cuasi toda su vida el Rey del paraíso. En esta casa habitó el Verbo encarnado el resto de su niñez y de su juventud. Y ¿cómo vivió? Vivió pobre y despreciado de los hombres, haciendo el oficio de simple muchacho y obedeciendo a María y José: Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. (Lc 2, 51).
¡Oh, Dios! ¡qué ternura causa el considerar que en aquella pobre casa el Hijo de Dios vive de sirviente! Ahora va a tomar agua, luego abre y cierra el taller, después se ocupa en los ínfimos servicios de la limpieza y aseo del aposento. Unas veces recoge los fragmentos de madera para el fuego y, otras, trabaja ayudando a José en sus labores.
¡Oh, pasmo! ¡Ver a un Dios que obedece, un Dios que sirve de criado! ¡Oh, pensamiento que debiera hacernos arder de un amor santo hacia un Redentor que se ha reducido a tal bajeza para hacerse amar de nosotros! Adoremos todas estas acciones serviles de Jesús, porque eran todas divinas. Adoremos, sobre todo, la vida escondida y despreciada que hizo Jesucristo en la casa de Nazaret.
¡Oh, hombres soberbios! ¿cómo podéis ambicionar el hacer figura y ser honrados en el mundo viendo a nuestro Dios que gasta treinta años de vida en un estado pobre, oscuro y desconocido para enseñarnos el retiro y la vida humilde y oculta?
AFECTOS Y SÚPLICAS.
¡Ah! ¡Mi adorado Niño, yo os miro como ínfimo criado trabajar y sudar de fatiga en ese taller tan pobre! Comprendo ya que Vos servís y trabajáis por mí. Pero, así como Vos empleasteis toda vuestra vida por amor mío, haced que yo, del mismo modo, emplee la vida que me resta por amor vuestro. No miréis, Señor, mi vida pasada. Aquella, para mí y para Vos, ha sido vida de dolor y de llanto, vida desordenada, vida de pecados. Ea, pues, permitidme que os acompañe en los días que me quedan a trabajar con Vos y padecer en el taller de Nazaret y morir después, con Vos, en el Clavario, abrazando aquella muerte que me tenéis destinada. Mi precioso Jesús, amor mío, no permitáis que yo os deje más y os abandone como he hecho hasta aquí.
Vos, Dios mío, oculto, desconocido y despreciado, padeciendo en un taller con tanta pobreza, y yo, gusano vil, he andado buscando honores y placeres y, por ellos, ¡Oh, Dios! me he separado de Vos, sumo bien. No, Jesús mío, yo os amo y, porque os amo, no quiero más verme separado de Vos. Renuncio a todo por no verme separado de Vos. Renuncio a todo por unirme a Vos, Redentor mío, escondido y olvidado. Más me llena vuestra amistad y gracia, que satisfacciones me han dado todos los gustos y vanidades de la tierra, por los que yo, miserable, os he dejado.
¡Padre eterno! por los méritos de Jesucristo estrechadme con Vos por el don de vuestro santo amor.
Virgen Santísima, ¡feliz Vos que hecha compañera de vuestro Hijo en la vida pobre y oculta, supisteis haceros tan semejante a vuestro Jesús! Madre mía, haced que también yo, al menos por este poco de vida que tendré, me haga semejante a Vos y a mi Redentor.
PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS
Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.
¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
Oración a San José
Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.